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Reseña
Marinero Del Cielo y de La Tierra
Marina Serrano
GG editora, Buenos Aires, 2024
Por Diego Formía
El primer verso del libro comienza con un muerto, Choi, uno “que puede alimentar a los vivos”. Se trata del General Choi, militar surcoreano reconocido como el fundador del taekwondo que logró promover este arte marcial en diferentes países a través de un fuerte vínculo con el poder occidental. Un muerto vivo al que el yo lírico le hablará y recriminará con pasión distintos aspectos de vida y obra a lo largo del libro.
En el segundo verso se nombra a la “Difunta Korea”, en clara alusión a nuestra santa, quien alimentó a su niño más allá de su muerte en el desierto norteño. El cruce lúdico de la Difunta Correa y Choi, el contraste cultural e irónico de estos dos primeros versos nos ofrece un guiño, nos marca un tono que se sostendrá con el correr de la lectura.
Paisajes humanos y geográficos de oriente y los de nuestro país se cruzarán de manera sostenida, siempre con tono humorístico, irónico, sarcástico. De esta manera aparecerán Baegdusán y Buenos Aires, los generales Choi y Perón, el lago Cheonji y los trenes de Avellaneda, los maestros orientales de las artes marciales (el Seongag) y los taekwondistas de las villas porteñas, Van Damme, Kwai Chang Caine y el poder de GreyskulI.
Dicho de este modo parece un libro ligero, pero está lejos de la liviandad. Por lo contrario, contiene un profundo reclamo de fondo que, en términos generales, se puede enmarcar en la caída de los grandes paradigmas culturales de oriente y occidente y sus mixturas extravagantes, incluida la argentinidad. Lo lúdico atempera la gravedad y el humor le pelea al dolor y al sinsentido.
El libro se estructura con un poema de título en idioma oriental (en estos los poemas no tienen cortes, los textos son gráficamente justificados) y lo sigue uno con título en castellano (con cortes libres de los versos). Una lógica que se repite en todo el libro. Dentro de esta estructura se despliega la escritura sólida y fluida de Marina Serrano.
Lo que me encanta de Marina en “Marinero del cielo y de la Tierra”, es que si bien dialoga de manera reflexiva en torno a la poesía como lenguaje, amplía su universo y lo hace con las artes (en su más amplio sentido de la palabra) con la filosofía y las culturas. Una apertura que en lo lúdico y mixturado le permite expandir creativamente su poesía.
Al descubrir como lector que el personaje Choi era el general fundador del taekwondo (sabiendo de antemano que la poeta es además es una apasionada de este arte) pensé en la premisa “se escribe sobre lo que se sabe”, y con el correr de la lectura me pareció una idea absolutamente superflua la mía. El libro es mucho más, es un libro escrito sobre lo que se ama (y se odia), sobre las cosa en las que se cree (esa torre que el tiempo desmorona), se escribe con una entrega vital, con el compromiso y la búsqueda de sentido. Desde allí emerge esta poesía lúcida porque pasa por la cabeza, pero que adquiere además otra dimensión porque pasa por el cuerpo, el corazón. Y esa combinación en un libro como lector se agradece, siempre se agradece.