Crónica del olvido

Duermevela, de Carlos Vitale

Por Alberto Hernández

Duermevela, del argentino Carlos Vitale, es una selección de poemas que transitan por una respiración entrecortada, parecidos a un ahogo, a un instante en el que el cuerpo y el espíritu se detienen para conciliar con ese espacio en el que el sueño se desplaza hacia la vigilia y la vigilia hacia el sueño.

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Luego de Descortesía del suicida, donde Carlos Vitale (Buenos Aires, 1953) muestra su capacidad narrativa a través de textos breves que suscitan en el lector un instante denso para pensar, nos entrega Duermevela (Editorial Candaya; Barcelona, España, 2017), un tomo de poemas que se leen entre el sueño y la vigilia. Poemas muy concisos que transitan por una respiración entrecortada, parecidos a un ahogo, a un instante en el que el cuerpo y el espíritu se detienen para conciliar con ese espacio en el que el sueño se desplaza hacia la vigilia y la vigilia hacia el sueño.

Este es un libro para leer con mucha atención, detenidamente, para poder establecer con él una relación en la que los significados conviertan al lector en parte del poema, de la poesía que contiene, porque pudiera ocurrir que quien lee se relega al sonido y no al contenido.

Poesía que parece sencilla, poesía cuyo fondo es el mismo sueño: ese despertar en el que se sigue con parte de la conciencia en la sombra onírica. Entonces, la duermevela, esa estación donde se mueven lugares, tiempos, fantasmas, colores, sonidos que el sujeto confunde con la realidad, esa que aún no existe pero que el personaje atiende como imposible. O, en muchos casos, es el sueño vertido en la realidad, sujeto al tiempo de un afuera posible.

Duermevela, de Carlos Vitale (Candaya, Barcelona, 2017).

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Alfonso Reyes afirmó un día que “la poesía es un combate contra el lenguaje”, y podría afirmarse que es también una batalla contra la realidad: los sueños, sueños son, como afirmaba Calderón, y de ellos extraemos una realidad imposible, un lenguaje enfrentado a la invención verbal, tanto como la poesía y su brevedad en la imaginación de quien la lee o de quien intenta leerla.

Dormir y velar, así aproxima el diccionario dos palabras para hacerlas una: duermevela: “Sueño ligero en que se halla el que está dormitando”. Es decir, alguien que está en gerundio, en un continuo dormir y velar tanto el sueño como la realidad.

La poesía se convierte en colores en la profunda fosa del sueño, allá donde se instaura como visitante, como un allegado que emerge del breve instante en el que tanto sueño como vigilia quedan suspendidos.

El poeta, ese que sueña y vela, dice: “De todos modos mis sueños están / en vosotros”, es decir, los comparte. Y andado ese trayecto, destaca: “Cuando te vuelvas me dirás que soy”.

Un verso solitario para instalar ese instante, ese tiempo breve entre ambos significados: “Sólo la sombra no da sombra”.

Esta poética aproxima la idea de un viaje entre el yo que sueña y el yo que vela. En el poema la poesía vela el sueño y lo reinventa.

Para concebirse más humano, más próximo a la magia de la poesía, Carlos Vitale recuerda al poeta venezolano Pepe Barroeta, de quien dice que no dice, pero ambos dicen en esta duermevela de emociones.

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Al filo del despertar, un largo poema donde aforismos, dichos y citas persisten en afirmar que “la palabra es mi miedo, / metal, adiós, / cuerpo sin cuerpo, / y derrota”; no obstante, el autor insiste en esta travesía de palabras donde el sueño y la vigilia alcanzan a ser un solo signo, una temporada muy breve entre la incertidumbre y el silencio.

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