Apuntes sobre “Arderá el viento” de Guillermo Saccomanno[i]

Por Sergio G. Colautti

                       

            Algunos escritores, en textos tan necesarios como decisivos, logran desnudar y hacer comprender el espesor del tiempo histórico que habitan, la modulación oculta pero palpitante del presente. Develan, desde su narrativa, las claves de eso que antes llamábamos lo contemporáneo.

            Saccomanno, maestro de la narración que mira con ojos bien abiertos lo que sucede debajo de las apariencias del vivir, acaba de publicar “Arderá el viento”, novela policial que transcurre en la villa donde vive, frente al mar, desplegando su mirada cruda, su escritura de piedra afilada y precisa, en personajes y situaciones que indagan las napas más profundas de la condición humana, aún en ese pueblo costero donde parece que solo se intenta progresar y descansar.

            La novela se construye desde capítulos cortos, fragmentarios, donde se alojan muchas voces y perspectivas, como una narración colectiva. Los episodios se pueden leer como cuentos breves, cargados de sentido propio y a la vez partícipes de la trama general, que discurre como desandando tiempos, espacios, en un movimiento magistral de curso y recurso permanente; la tensión del relato, además, late con mayor vigor cuando el tejido textual se expande.

            En uno de esos episodios breves podemos detenernos y leer, como una condensación de la mirada que la novela dispone hacia el tiempo contemporáneo, la historia de Esterházy, pintor y hotelero del lugar, de visita en el Casino de Mar del Plata, aniquilando el poco dinero que llevaba, robando un reloj a un vendedor callejero con su padre al lado, en silla de ruedas. La avenida lo ve correr a Esterházy con el muchacho detrás, y la silla de ruedas detrás de los dos, hasta que aparece la fatalidad:

            “El pibe viene detrás. Se oye una frenada. Un ómnibus atropella al hombre en la silla, ahora desparramado en el asfalto. La silla es un amasijo de metal retorcido. Una rueda gira. A pesar de la lluvia algunos acuden a asistirlo. El pibe se frena. No sabe si seguir tras el chorro o volver por el viejo. Esterházy corre unas cuadras, se da vuelta, se para en un negocio de empeños, normaliza la respiración y después entra. Aunque le den una miseria será suficiente para entrar otra vez al casino” (p. 127)

            El tiempo de la crueldad y el desprecio cifrados en el brevísimo cuento que se incrusta en la trama general. Todo sobre el clima de época, todo lo que se puede decir y observar en la despiadada relación social que nos atraviesa como alambre de púas está contenido en la historia del hombre que juega su suerte en un casino, que no duda en robar a un pobre para volver a apostar, en la duda del muchacho entre el reloj y su padre atropellado, en la rueda girando indiferente en medio de la tragedia próxima.              

            Hay que leer a Saccomanno para que su lucidez implacable nos ayude a entender el tiempo propio y los signos de la deshumanización en cada paso, cada escena, cada episodio de los que componen la trama mayor de nuestra experiencia del vivir, aquí y ahora.


[i] Arderá el viento” de Guillermo Saccomanno, Alfaguara, Buenos Aires, 2025.

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