Un ensayo poético sobre el tiempo, de José Luis de Giano

 

Por Gabriela Ramazzotti

 

La vida pasa, pero de tal modo que no es el tiempo el que pasa por ella,

sino que ella misma va pasando y dando lugar al tiempo.

  1. Bergson

De forma análoga al filósofo francés que sostiene que es la vida misma la que va creando el tiempo a medida que pasa, a largo de su obra, José Luis de Giano propone una noción de tiempo que se desentiende de la sucesión. Su poética narrativa y sus poemas se suspenden en el puro presente a partir del cual construye su subjetividad expresada en temas como la identidad de la poesía y del poeta, la identificación del poema con el deseo y la memoria como ofrenda y sacrificio. Es en este sentido que La constancia del agua[i] nos interpela a descubrir imágenes que simbolizan tanto la constancia como el cambio. El agua, natural, fresca, cristalina es constante. El yo poético presente en su intuición contemplativa experimenta un estado que le permite interrogarse y elegir ser lo que es.

Nacido y crecido en Mercedes, José Luis de Giano había venido a la ciudad de Buenos Aires a los 18 años. Nunca perdería la mirada de niño que observa lo urbano con extrañeza. Su asombro original le permitiría interrogar el devenir fuera de toda lógica utilitaria o de consumo.

Como decíamos, su poética narrativa también se enuncia fuera del tiempo cronológico. Su primer libro de cuentos, “La memoria y el deseo” presenta los temas e imágenes que desarrolla a lo largo de su obra. Al cabo de 20 años, La constancia del agua continúa retomando esos temas. Este libro es una recopilación de poemas escritos a lo largo de diferentes momentos de su vida, lo cual explica su singular heterogeneidad.

Veamos un recorrido por algunos de esos ejes temáticos.

 

Origen de la poesía y su definición

El poeta interroga el origen de la poesía en un contexto mítico. Es una vibración manifestada en la noche de los tiempos. Esta afirmación profundiza el interrogante. ¿Acaso la respuesta no está en el origen del lenguaje?

 

Incógnita

cuántos dioses

y cuánta divina indiferencia

ocupan

la recóndita maravilla

que es la noche donde vibra la Poesía.

 

La vibración poética es y necesita ser nocturna para despojarse de falsas identidades.

 

Definición de poesía

El poema es un pez de cristal y fuego. Esta vez se trata de una vibración visual fugándose de los límites del discurso poético.

el poema

es un pez de cristal y fuego

fugándose…

 

El poema es también el puro presente suspendido en un enunciado vocativo de aquel en cuyos ojos se refleja el objeto de deseo.

 

en los ojos de tu amante, mujer,

sos el poema.

 

Entonces la fuga o el tiempo, ese río plural, solo puede expresar su inconstancia en ritmos poéticos.

la permanente fuga

de ese río tal vez plural

y sin constancia,

el tiempo.

 

Y una de las manifestaciones más propias del tiempo es fugarse cada vez que se intenta o se presume transitarlo.

y el presente,

una constante que se desvanece

en el preciso momento en el cual

presume transitarlo.

 

 

Así como interrogó el origen de la poesía, el poeta también se pregunta por su identidad como si fuera parte de un mito de origen.

 

Reflexión nocturna

¿Qué queda en mí del ser remoto

del cual provengo?

Soy un hombre, el resultado

del roce de la especie

con el agua de los siglos.

 

El deseo

Otro eje temático es el deseo no apagado por la ausencia, tal como lo expresa Jinete Contigo desde el tiempo futuro del primer verso.

 

He de beber

la plata fugitiva de tus pies descalzos,

hembra transparente y agitada

del jinete con espuelas de rosas,

amador altivo de tu cuerpo ausente,

 

Aquí se amalgaman imágenes sensoriales y metáforas que expresan la intimidad de ese deseo, un canal que evoca sensualidad, anhelo, belleza. La plata fugitiva de tus pies descalzos sugiere la fragilidad y el esplendor un cuerpo ausente y, sin embargo, transmutado en versos.

Por su parte, jinete con espuelas de rosa evoca una figura de dominio atrapada por la delicadeza de lo que intenta conquistar.

 

Danza, deseo y tiempo

Otro aspecto del eje temático del deseo es el poema identificado como cuerpo que danza, tal como lo expresan estas líneas de Bailarina donde lo poético se enuncia en una conjunción del tiempo y el espacio.  El antes, identificado con un espacio, el afuera, y el deseo sepulto, vivo en la ofrenda de sí.

 

Bailarina

Afuera, en la distancia, el antes.

En la sangre, el sepulto deseo, vivo.

 

Ella baila…

el sudor del cuerpo amado,

aguarda que del baile se despoje.

 

Al amanecer un trueno los recuerda.

 

En esta imagen la voz poética espera que el baile se despoje del cuerpo que baila. Más tarde un trueno, o sea otra vibración poética, “recuerda” a los amantes, o más bien los “despierta”, ya que la palabra “recordar” era usada en la casa materna del poeta con la acepción de “despertar”.  Este uso también coincide con uno de los significados del verbo “recordar” explicitados por la RAE.

 

A continuación, nos detenemos en unos fragmentos a propósito del deseo que mantiene viva la memoria de quien está presente a través de su ausencia.

 

Digo nosotros…

Un mar de recuerdos,

desbocado, me atormenta.

 

Desde qué grieta…

¿Desde qué grieta tenaz brota tu recuerdo?

 

Desilusión

Aletea la ausencia,

pájaro antiguo, sin color, helado.

 

Que regreses…

Tu recuerdo es humo,

vasto mar de sombras.

 

Recuerdo

Unas pulidas piedras

recuerdan la espléndida

desnudez de una mujer ausente.

 

Noche de fiesta

el recuerdo de la sal y el mar,

cuando tu amor era mi vida.

 

 

Esta presencia ausente también es evocada en un poema a los hijos.

 

Mis hijos

Nunca fueron

solo este vano poema los nombra,

son ecos del tiempo,

latido…

 

En conclusión, la poesía de José Luis De Giano es un viaje íntimo a través del deseo y la ausencia, donde cada verso palpita con la nostalgia de lo perdido y el anhelo de lo anhelado. Su don para evocar imágenes vívidas transforma el dolor de la ausencia en una celebración del tiempo compartido, dejando que la memoria se convierta en un refugio sagrado. En sus poemas el deseo se entrelaza con la memoria recordándonos que el acto de nombrar lo ausente lo hace perdurar en cada verso, creando un espacio donde el amor sigue vivo, atemporal y profundamente humano.


[i] Constancia del agua, José Luis de Giano, ediciones la yunta, Buenos Aires, 2022.

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