CONVERSACIONES SOBRE LAS ADOLESCENCIAS

El amor, la amistad y las redes sociales

 

Por Luciana Barreda[i]

Lacán en referencia a “El despertar de la primavera, ubica

ese tiempo de la adolescencia como un ensayo de las primeras

respuestas a las cuestiones de la vida. Será el tiempo de encontrar

una respuesta posible, siempre singular. Entonces, lo que Freud

nombra como sexualidad hace agujero y se demuestra en el hecho

de que nadie se las arregla bien con eso. (Lacan, 2012)

Introducción a la adolescencia

La adolescencia, es una etapa crucial en la constitución de la subjetividad que suele caer en cómodas generalizaciones y nominaciones. Sostenemos que para pensar a las adolescencias debemos corrernos del sentido común, etiquetador y acercarnos a una discusión que nos permita extraer algunas nociones teóricas para pensar y entender.  

Para la mayoría de los autores, la adolescencia implica la salida de la infancia por lo cual, es una etapa donde el sujeto busca y debe construir nuevas identificaciones que lo nombren, modos de ser y estar que le permitan distinguirse y a su vez formar parte de su grupo de pares y tener un lugar en lo colectivo que lo rodea. Esta transición se debe a que ya no se tiene el cuerpo de niño, proceso que se inicia con la pubertad junto con el despertar sexual que irrumpe. Estos acontecimientos exigen un gran esfuerzo subjetivo y el adolescente echará mano para responder a esto teniendo en cuenta lo que lo rodea: sus pares, los adultos, los lugares e instituciones que frecuenta. Esto le permitirá ir transitando esta nueva etapa y conformando su identidad, una nueva identidad nueva, distinta.

Los y las adolescentes de esta época se caracterizan por presentar, entre otras cosas, desinhibiciones del yo, síntomas en el cuerpo y también angustia; distintas respuestas que se van dando ante las diferentes encrucijadas a las que se va enfrentando en el proceso de construcción de esta nueva identidad y su nuevo cuerpo.

En este proceso pueden aparecer provisoriamente respuestas y experiencias no deseadas; como por ejemplo la exposición desmedida en las redes sociales, las marcas en los cuerpos, trastornos de alimentación, violencia, aislamiento, consumos excesivos, fugas y muchas otras formas de expresar. También se encuentran otras más sublimatorias (por el arte, la música, el juego, los fanatismos). Ambas muestran el modo en que el adolescente está atravesando este momento tan crucial.

Si bien en esta construcción el adolescente cuenta con referencias (padres, docentes, grupo de pares) no deja de ser una construcción singular, propia de cada uno. Es por ello que se define a la adolescencia como una respuesta, como un modo en el que sujeto podrá sobrellevar y afrontar las mutaciones de su cuerpo (ya que deja de tener el cuerpo de niño), la irrupción de lo sexual y la constitución de aquellos espacios y lazos/vínculos que están por fuera de su familia. 

Por último, nos encontramos con el momento de “salida” de la adolescencia, donde el sujeto logra de alguna manera definirse sobre ciertos aspectos de su vida: la elección de una profesión, un oficio, la asunción de una identidad sexual, el sentido de la vida para él/ella, sus deseos e ideales.

La amistad

En esta construcción de la identidad, la amistad en la adolescencia es la sede de las identificaciones entre pares, es el recurso con el que cuenta el adolescente para estrechar vínculos más allá de la inmediatez de la familia. En algunos casos la amistad en esta etapa suele ser una especie de “refugio” de la familia y la falta de intimidad que a veces se impone el ámbito familiar.

En este sentido, los amigos constituyen una chance de disponer de otros lugares de reunión que la propia casa para hablar acerca de sus expectativas, dramas subjetivos e ilusiones. Es un lugar donde se pueden situar preguntas y respuestas ante el solo hecho de existir. Los cambios corporales van acompañados de la exigencia de hablar de ellos y hay que encontrar con quien hacerlo. Los pares a veces suele ser el mejor espacio de conversación e identificación.

El tiempo y el espacio suelen tomar otras formas con las amistades, que a veces suelen preocupar a los adultos. Se multiplican los lugares recorridos: los adolescentes se juntan siguiendo algunos rituales, se distribuyen en diferentes lugares de la ciudad, hacen “previas”, usan códigos.                           

Por otro lado, la sensibilidad por problemas sociales, la sed de justicia, aparte del cuerpo y sus avatares se convertirán también en temas de conversaciones (a veces se manifiestan en interminables conversaciones por celular).

Asimismo, los amigos en esta etapa van más allá del saber infantil y puberal para meterse en las “cuestiones del mundo”. Incluso en la iniciación sexual el recurso a hablar con los amigos es más que necesario. En definitiva, la amistad a menudo sobrepasa esos tiempos en los que cada cual comienza a orientar su deseo de vivir, de existir y por dónde querrán delinear su vida.

De todo esto se desprende que la amistad es una función, que adquiere diversos valores según el uso que cada adolescente haga de ella.

 El amor

Sobre la cuestión del amor, la sexualidad y las adolescencias, un rasgo que parece común a las tres es el enigma. Lo enigmático que representa la adolescencia para el adolescente mismo y para la sociedad, lo enigmático de la sexualidad, y del amor. El amor que a veces se presenta en su vertiente de ilusión de que “dos hacen uno, “la media naranja”, o en su vertiente de condición pasional en el lazo social, por ejemplo, cuando en nombre de este aparece la violencia (el pasaje de amor al odio) o los llamados “amores tóxicos”.

Este rasgo estructural de lo enigmático del amor y la sexualidad para los adolescentes es tratado en cada época de una manera distinta. Los discursos dominantes de cada época tienen consecuencias en las transformaciones de la vida amorosa, en la sexualidad y en las adolescencias y, frente a este enigma, el adolescente intentará ir elaborando sus respuestas a su manera.

La época en este terreno se caracteriza por promover la inmediatez, y el enganche del sujeto en una prisa, sin dar lugar a los tiempos de comprender, de las pausas, el pensar cómo abordar dichas coyunturas.

Y es en este escenario ciertamente contradictorio donde los adolescentes tienen que realizar la difícil travesía de hacerse hombres o mujeres, de hacer el duelo por la pérdida de la seguridad de la infancia. De hecho, lo que a un adolescente le aleja de su familia es que hace visible la importancia de la sexualidad, que hace visible la inmersión de su cuerpo en las turbulencias del deseo.

Este panorama, implica a veces una falta de brújula, incluso una errancia, como se ponen de manifiesto en algunas conductas perturbadoras que pueden aparecer: en el fracaso escolar, en la violencia en la escuela, la comunidad o el ámbito familiar, en el riesgo a las adicciones y a la promiscuidad; pero también en silencio, con sus inhibiciones, encerrados en casa con las tecnologías, y eventualmente sufriendo abusos de los otros.

Por un lado, lo delicado de esta etapa puede mostrar su vertiente más dramática y por otro, el tratar de evitar, eludir, como, por ejemplo, adolescentes que, jugando con los instrumentos u objetos de consumo que el mundo contemporáneo le ofrece, tratan de zafarse de lo que en el encuentro en lo sexual no se acaban de entender y de la disimetría y dificultades que introduce a veces el amor.

Para aunar un poco más en esta cuestión, podemos tomar una de las películas clásicas de la saga American Pie. En ella se muestran cierta variedad de las relaciones amorosas y sobre todo sexuales entre los adolescentes. Hay en concreto un chico de unos 14 años, el hermano pequeño de uno de los que organiza la gran fiesta, que se dirige a las chicas con un: “¿quieres follar?”. Es quizás este personaje el que introduce, me parece, más claramente, algunas de las modalidades actuales de las relaciones entre los jóvenes. Es un personaje que muestra las dificultades que tienen los adolescentes de hoy para rodear el encuentro sexual y amoroso con palabras.

Se trata a veces de la búsqueda de goce sexual sin el preámbulo del amor, sin casi condiciones. Es el paso rápido del despertar del deseo, al momento de concluir, en un acto, sin pasar por el tiempo para comprender, es decir, el de la espera, el de la narrativa del amor, el de la ficción del amor.

De aquí el éxito de las redes sociales, donde los adolescentes conectados pero encerrados en sus cuartos tratan de ahorrarse la proximidad de los cuerpos, en una suerte de no-encuentro, o encuentro más liviano con el amor.

¿Cómo acompañar a los adolescentes en tal escenario a construirse un vínculo plausible con la sexualidad, el amor, el propio cuerpo y los lazos sociales?

Este acompañamiento requiere de una apuesta por parte de los adultos, a intentar una conversación, un acercamiento, inventar lugares para abrir la palabra, así como también la consulta con un profesional de la salud mental, en tanto que la mediación de la palabra introduce un lugar para ellos.

La apuesta es promover el gusto por las palabras, y no tanto de rellenar el vacío que conlleva su condición de adolescentes. Se trata de dar lugar a que ellos construyan sus propias respuestas frente a los avatares de la vida, y acompañarlos en la elaboración de un saber propio.

Las redes sociales, su uso y paradojas de la conexión

Numerosos adolescentes refieren que a través de las redes pueden hablar con otros sobre lo que les pasa y contar con la compañía de amigos en momentos de soledad o de malestar en el ámbito familiar. Más allá de eso surge la pregunta acerca de si las redes sociales posibilitan el lazo social, o si van en detrimento del mismo.

La paradoja reside en que dicha presencia concierne a la información, más no a la presencia real de las personas. Se puede pensar entonces que la conexión a la red puede no reforzar sino a veces suplir y por lo tanto generar cierto alejamiento con la vida. Obviamente, en ocasiones puede ampliar la conexión con la vida, pero también puede provocar su desconexión de ella. En este sentido la virtualidad y el extenso tiempo que los adolescentes pasan en sus dispositivos, genera el temor de que los vínculos sostenidos, lo que puede tener algún impacto en el encuentro con los otros en la presencia real.

Si bien la propuesta de las redes sociales es acorde a la lógica de mercado, del discurso capitalista, no es pertinente concluir que no es posible el lazo social a través de las plataformas digitales, ya que esta posibilidad depende del uso que cada adolescente haga de las mismas. Resulta necesario oír en la singularidad de cada uno qué función adquieren las redes sociales y cómo se ubica frente a lo que las mismas proponen. Freud situó, en El malestar en la cultura (1930), que los avances tecnológicos pueden tanto alejar como acercar a los seres humanos entre sí, pudiendo ser entonces tanto una fuente de malestar como de felicidad, y para los adolescentes un lugar para encontrar referencias, comunicarse con sus pares, y construir la identidad en un espacio que queda por fuera de lo familiar.

Por otro lado, más allá del uso excesivo de las redes sociales, hoy es un fenómeno preocupante la ludopatía o apuestas online a la que se están accediendo masivamente. Si bien la ludopatía no es algo nuevo, en jóvenes y adolescentes sí lo es. Se trata de un fenómeno complejo para analizar, pero se sabe que una de las variables que se juega en ese momento vital es: “querer ser alguien”, y muchas veces es vía obteniendo o teniendo dinero que los adolescentes creen lograr algo. Esto a costa de querer saltearse muchas etapas, entre ellas, la pregunta por el deseo, o lo que querrían hacer con sus vidas en un futuro. También esa aspiración a ser alguien la encontramos en las redes sociales, vía la imagen, buscando algún reconocimiento. Volviendo a las apuestas online, en algunos casos se entra en una compulsión de la cual es difícil salir o retirarse a tiempo, convirtiéndose en un juego donde es más lo que se pierde que lo que se gana.

Finalmente, se considera que dependerá de la posición que cada adolescente pueda tomar en relación a lo que la cultura y los espacios digitales de su época le propongan y el encuentro con referentes o adultos, que puedan orientarlos de la buena manera.

BIBLIOGRAFÍA:

  • LACADÉE PHILIPPE, (2017) “Los sufrimientos modernos del adolescente”. Ed. Unsam edita.
  • STEVENS ALEXANDRE (2012) “La clínica de la infancia y la adolescencia”. Colección Grullas. Ed Babel.
  • SINATRA ERNESTO, (2010) “¡Por fin hombres, al fin!”. Ed. Grama Ediciones.
  • EUGENIO DÍAZ, (2010) “Adolescencias, amor y sexualidad”. Blog Escuela Lacaniana de Psicoanálisis del Campo Freudiano disponible en
  • https://elp.org.es/adolescencias_amor_y_sexualidad_eugenio_/
  • MARÍA EUGENIA SAAVEDRA y RAMÓN ANTONIO OJEDA (2020). “Las redes sociales y la construcción de recursos subjetivos en la pubertad”. Revista INTERSECCIONES PSI perteneciente a la facultad de Psicología de la UBA.
  • EL CONSULTORIO – Entrevista a Alexandra Kohan | LA CRUDA #21 con MIGUE GRANADOS


[i] Luciana Barreda es Licenciada en Psicología

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