
Desde el mirador
Cuando parece que es poesía lo que suena
Por Kepa Murua
Hagas lo que hagas no es asunto de nadie, le dice la poesía al jazz. Pero el jazz está preocupado, se ha ido muy lejos y sabe que esta vez le costará volver sobres sus pasos. Además, hay cosas que todavía no entiende del todo. La poesía le confiesa con su voz serena que todo está bien, aunque a veces no esté permitido. Pero el jazz no vive tranquilo con este tipo de contradicciones semánticas que más que hablar al corazón se dirigen al intelecto. El jazz necesita moverse, no puede estarse quieto, necesita de la acción, del gesto nervioso, la inteligencia no es algo que destaque en su mundo extraño. Al jazz le gustan otras cosas, el sinsentido, lo raro, lo espabilado, lo sorprendente, quizá algo que no entiende la gente en un principio, pero que luego se hace claro como la música de siempre. Pero cuando la poesía le dice que en la libertad está la vida, el jazz tiene algunas dudas al respecto, porque las palabras, cuando suenan tan bellas, le confunden. El jazz no oculta nada, se siente salvaje y libre al natural, pero la poesía tiene el don de improvisar mentiras que parecen verdad con un rostro aparentemente serio. Además, la poesía se ríe de cómo viste el jazz, pero a su vez el jazz no entiende la desnudez en la que vive la poesía. Cuando la poesía mira de frente al horizonte, el jazz se desliza por ecos de música fresca donde las palabras no se escuchan del todo y el ruido se presenta con naturalidad sin saber dónde cae. El del jazz es el ruido del bar, el de la calle, atmósferas cerradas donde la gente se permite el lujo de encender un cigarrillo. La poesía parece otra cosa, se descubre con la luz del día, aunque también le gusta la noche, porque cuando se cierran los ojos se explican muchas cosas que pasan, aunque no se entienda lo que sucede y se sienta raro en su compañía. Si al jazz le gusta bailar, la poesía baila a veces en silencio. Si le gusta reírse con la música, hace música también con las palabras. Si la melodía se convierte en canción, llama a la gente a descubrir su alma. El cielo de lo que no se entiende amigo, le dice la poesía al jazz como si fueran hermanos, y este sorprendido responde que a veces no es necesario un pentagrama para leer música como tampoco un libro para sentir la poesía. Pero la poesía tiene un secreto, sabe que no basta saberlo todo para reconocer que toda pregunta no tiene por qué tener una respuesta. Es lo que le decía la poesía al jazz en un primer momento: ¿para qué quieres saber al detalle lo que haces si con hacerlo basta?, ¿para qué quieres explicarte si lo que sientes es parte de tu magia? En ese momento en el que no hay nada delante y parece que es poesía lo que suena.
Pingback: Cuando parece que es poesía lo que suena – kepamurua.com