
SIEGFRIDO KRAFT[i] Y LA GALLINA FUSILADA[ii]
Por Omar Isaguirre
En 2016, murió el profesor Siegfrido Antonio Kraft, en esta ciudad. En eso de las memoraciones, siempre se corre el riesgo de invadir el espacio-derecho de alguien más comprometido o íntimamente involucrado con el asunto o la persona. Por desafío al injusto olvido… vale correr el riesgo. Encontré motivo en la decisión gubernamental sobre la fecha del 24 de marzo[iii].
En la cuentística rioplatense de antología, “La gallina degollada” es un clásico del gran Horacio Quiroga donde campea la tragedia en medio de la naturaleza, las formas sociales, las costumbres propias de su tiempo… y la gallina, como actora del drama.
Siegfrido Kraft era ingeniero agrónomo por la UBA desde 1958. Tempranamente el novel profesional encaminó sus conocimientos hacia la crianza de gallinas. Un año después, la cuestión avícola pasó a ser la razón de su vida: investigaciones, ensayos, experimentación, búsqueda sin descanso de calidad genética, resistencia, alimentación, lo llevaron por pueblos inhóspitos de Asia y África, donde la contrastante naturaleza era pródiga en gallinas de gran rendimiento a pesar de las míseras condiciones de vida de sus habitantes, verdaderamente primitivos. En sus aldeas y chozas Kraft estudió la historia y el comportamiento de los animales, su entorno y los singulares iletrados criadores. La misión era desentrañar el misterio de esas aves tan generosas en condiciones inconcebibles. La convivencia con los nativos le permitió descubrir que el secreto estaba en la alimentación: semillas de sorgo y algodón, eras las fuentes nutricias de animalitos sanos, vigorosos, óptimos.
Los huevos regalados
Vino más tarde la etapa de conseguir cómo traer los huevos de aquellas lejanas latitudes -se los habían regalado en verdad-, procrear la especie, establecer cruzas propicias, formar la raza, compatibilizar la alimentación, todo ello con absoluta falta de medios tecnológicos, poco apoyo superior, presupuestos insuficientes del Estado. Los huevos africanos produjeron un gallo y cuatro gallinas criollas que dieron lugar a una nueva línea genética que era el comentario internacional de los círculos especializados. El magnífico proyecto se inició y desarrolló en la Estación Experimental del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria de Pergamino (Bs.As.)
De allí al imaginario de alimentar a miles de compatriotas de zonas pobres, con gallinas que se multiplicaban con facilidad y se alimentaban extraordinariamente bien a bajo costo, había un paso. Valía el sacrificio personal, profesional y docente de Siegfrido. Encontró y formó almas gemelas en colegas comprometidos en una causa científica noble, altruista, humanitaria.
La amiga común, Susana Dillon[iv], escribió lo suyo sobre el tema: “habían creado la gallina argentina que comía sobriamente los granos de amaranto, de sorgo y de algodón para poner huevos en abundancia, sin gastos de vacunas puesto que estaban inmunizadas de las pestes corrientes y que no necesitaban de ninguna dieta especial para levantar kilos en tiempo récord. La gallina argentina iba a ser destinada a lugares desérticos en el Norte del país, donde pudiera dar de comer huevos y carne a los caídos del sistema que malvivían en territorios muy parecidos a los que Kraft había conocido en África o en la India”.
Kraft: enemigo del sistema
Simultáneamente, se había abierto la era del “alimento balanceado” que se importaba totalmente desde el exterior, al igual que el sistema inmunológico para las aves, todo a un costo fenomenal para el mercado argentino. “Siegfrido Kraft había logrado una línea de genética aviar nacional que puso en jaque a los intereses económicos de los fabricantes de alimentos balanceados porque era la solución que daba autonomía tecnológica a varios cientos de miles de productores argentinos”.
La indignación y el temor se expandieron entre los importadores y fabricantes bajo licencia, que veían peligrar el negocio próspero y seguro a costa de la producción nacional y el costoso consumo popular.
El golpe de Estado fusila
Dos días después del golpe de Estado de 1976, el INTA de Pergamino fue intervenido. La misión estuvo a cargo de los personeros de la Marina. De inmediato hubo detenidos, despedidos, perseguidos y después hasta desaparecidos. De “los mandos” militares de la Armada no tardó en llegar la orden de liquidar el plantel aviar que habitaba en los galpones. Había que faenar centenares de aves y meterlas con prepotencia en el mercado lugareño. El Interventor se retrasó en el cumplimiento de la descabellada orden, con algún cargo de conciencia. Pero no fue posible impedirla, la Armada estaba del lado de los importadores y explotadores del negocio del alimento importado.
El licenciado Guido Prividera, hijo de la bióloga Marta Sierra, una de las desaparecidas del INTA de Castelar, cuenta que: “Kraft fue a hablar con las autoridades militares en Buenos Aires. Les dijo que hicieran con él lo que quisieran, pero les pidió que no tocaran a las gallinas. No lo escucharon. Mandaron un pelotón que entró al galpón donde había miles de gallinas. Mataron a la mayoría a tiros”. Pistola en mano mataron a padres y madres: gallos y gallinas fueron “fusilados” sin más trámite.
Más de cinco lustros de cruza genética, selección de ejemplares reproductores, los corrales mostraban la reproducción de cientos de aves que iban formando las generaciones del éxito. Unas 2.400 gallinas estaba en plena crianza cuando ocurrió el golpe de Estado.
Los fríos informes dicen que: “Al menos 794 personas fueron echadas del INTA en esos años, donde trabajaban alrededor de 5.000 personas. Casi la quinta parte del organismo fue cesanteado, detenido, obligado a renunciar, trasladado o directamente asesinado y desaparecido”.
Síntesis
La Dictadura militar se encargó de destruir el proyecto genético de Siegfrido Kraft. El ingeniero sobrevivió a su dolorosa realidad. Ya nada fue igual para él. Recaló en Río Cuarto y en nuestra UNRC dio prueba catedrática de su leal saber. La causa judicial en contra de los asesinos y genocidas de los miembros de INTA ha seguido su curso hacia las sentencias. Es otra parte de la historia, cuya justicia Siegfrido ya no verá en plenitud. O sea, no es una cuestión de fechas ceremoniales. Los crímenes están, un día antes y un día después, lo mismo da. Lo que no cambia los hechos es la memoria.
Siegfrido Kraft y yo
No tuvimos con Kraft una amistad intensa y frecuente, sólo mantuvimos respeto e identidad por sentimientos artísticos comunes. Siempre me pareció una persona por demás interesante, de importantes conocimientos, afable, buen narrador, de singular humor. Nos conocimos en los tiempos del libro “Bla bla 8”, un volumen colectivo de cuentos condenado a los más variados problemas; más adelante participé en la primera presentación de su libro “La visión periférica” con un breve comentario en Lema Libros. Finalmente, compartimos el jurado en algunas ediciones del certamen de General Cabrera, leyendo decenas de cuentos en su casa-vergel de la calle Brasil. Siegfrido Antonio Horacio Kraft: nació el 12 de noviembre de 1929. Murió en Río Cuarto el 27 de junio de 2016. Nunca hablamos del drama de “La gallina degollada”. Hubiera sido ocioso, él tenía escrito en el alma su propia tragedia realista: “La gallina fusilada”.
[i] Entrevista a Siegfrido Kraft realizada por Cecilia Gárgano, historiadora de la ciencia.
[ii] Este texto fue publicado por Omar Isaguirre en Facebook, el 31 de enero de 2017.
[iii] Se refiere a la pretensión del gobierno de Mauricio Macri de eliminar la conmemoración del golpe militar que implantó la dictadura en Argentina, en 1976.
[iv] Susana Dillon (1925-2012). Maestra, escritora y activista de los derechos humanos. Representó en Río Cuarto (Argentina) a Madres de Plaza de Mayo, en su lucha por la recuperación de sus hijos desaparecidos durante la Dictadura (1976-1983).