
Poesía
Sonia Rabinovich, el ave que canta
Por Susana Giraudo
La provincia de Córdoba se destaca por ser un punto de referencia innegable en el mapa poético de Argentina. Toda su geografía está jalonada por poetas importantes.
No siempre es fácil citar nombres, pero hoy me detengo en Sonia Rabinovich.
Poeta prolífica, Licenciada en Letras Modernas, dicta cursos sobre autores de su predilección, tales como Roberto Juarroz, Jorge Luis Borges, Julio Cortázar, Clarice Lispector, etc. Hasta aquí doy a conocer profesión y actividades comunes a muchos autores de literatura.
Lo que despierta mi particular interés es su obra poética, tan densa y apasionada, tan especial que causa asombro la veracidad de la experiencia de vida con que entrega sus versos. Definir a Sonia Rabinovich y su poesía no es sencillo pero tampoco imposible.
Para eso solo se necesita oír su voz.
Inmediatamente se asocia a su palabra escrita. Sus tres últimos libros se abren en abanico ante mis ojos y voy tejiendo con versos sueltos, expresiones profundas y dándome cuenta que la poesía llega a su vida muy tempranamente con la sagrada misión del testimonio de varias vidas condensadas en una sola.
Y de lo que hablo es de duros testimonios generacionales que ella suaviza con delicada palabra, sin dejar de lado su fina sensualidad, que viene siempre a sus textos para agregar sentimiento a la historia que ella urde entre un pasado narrado y su presente vivido con inteligencia y arte, mucho arte. De Cuaderno de lluvia (El Mensu- 2022) surge con fuerza de aguacero un susurro “Este cuaderno lava sobre la hoja / ropajes antiguos,/ hilachas que se cuelgan al viento y sin abrigo. / Agua del pensamiento goteando a la deriva”. Es un decir melancólico común a todo ser que siente que la lluvia contiene, canta y teje la intimidad.
Del mismo libro: “Cómo podés llover todavía. / Cómo podés golpear / sobre la ventana de mi vida /entrando aún cerrada / mojando mi saber acobardado. / Cómo decir con las alas húmedas /que se puede escapar de la nostalgia”.
Sonia Rabinovich se escudriña a sí misma y luego borda las palabras sobre el antiguo lienzo de la sensibilidad.
Sigo su poesía en el tiempo, acompasando mis pasos a los suyos y en Palabras al oído (Ed El Mono Armado, 2023), cambia su tono y brinda en ese libro una historia de generaciones, de esas historias que se cuentan a hijos y nietos, que las escuchan como quien oye las graves notas de una cicatriz.
Sonia cumple en este libro con un mandato de dolor, persecución, forzados alejamientos y añoranzas que sangran. Entre sus historias encuentro una reminiscencia vecina al recordado Marcos Silber ¡Cuanto para contar entre sonrisas de dolor! Interpreto que el desgarro permite sonreír para contar lo que ya no se puede remediar.
En la pág. 75 ella se sitúa como un espectador silencioso y dice “El pie se mueve en la máquina de coser y sube y baja/ en un vaivén que lentifica el tiempo en la infancia. /
Esa es Fanny, la abuela, y comanda la tropa familiar”.
Esta triada se completa con un título publicado por Ediciones del Callejón – Los Hornillos (2023) la misma que está a punto de dar a conocer su libro premiado Debajo de mi Nombre.
En Una Letra Después del Amor (Ediciones del Callejón, 2023), Sonia libera su palabra sensual teñida de un subyacente erotismo, que se sospecha desde el título.
Finamente nos integra a cada gesto íntimo, en el que ella encuentra símbolos secretos y lo dice con su habitual manera de expresarse, invitándonos no solo a disfrutar , sino también a descubrir su capacidad de entrega poética.
En la pág. 11 un poema breve nos abre el camino de este libro singular, distinto a sus numerosos títulos anteriores “Una rama del árbol de la vida/ parte desde sus muslos/ y se va acomodando./ Se arrastra /y se mueve una hoja/ una nervadura/ un sentido.”
En el poema 6 sigue “Nadie se agita/ nada se mueve/ solamente su mano/ muslo cadera espalda, /árbol de Klee / rodeando, merodeando/ hasta el cuello/ y allí la firma/ apenas, con los labios”.
En esta lectura de tres títulos de Rabinovich no busqué descubrir musas inspiradoras.
Como dice el admirado cantautor brasileño Roberto Carlos “mi musa es la vida misma”, Sonia responde a esa máxima sin mostrar el laboratorio de su poesía. Solo canta su vida y la narrativa visceral que ella le dicta. Sabe que, como asevera Colleen McCullough en su famosa novela. que El pájaro canta hasta morir. Sonia Rabinovich lo confirma. Y canta.