EL ETERNAUTA, EL TIEMPO Y LA TRAGEDIA

 Por Antonio Tello

El estreno cinematográfico en la plataforma de Neflix de El Eternauta, la célebre historieta argentina, protagonizada por Ricardo Darín, es propicio para recordar a Héctor Oesterheld, una de las grandes personalidades literarias de la ciencia ficción del mundo hispanohablante.

La sociedad que formaron el dibujante Alberto Brecchia y el guionista Héctor Oesterheld, chupado y asesinado por la dictadura argentina al igual que a sus cuatro hijas, fructificó en uno de los momentos cumbres de la historieta –comic- argentina. La relectura de Mort Cinder (Lumen, 1980) -pariente próximo de El Eternauta, otra de sus inquietantes creaciones-, me supuso un nuevo impacto emocional que ha tocado la memoria. Esta lectura transporta al lector al misterio del universo poniéndolo ante la aberrante posibilidad de existencia de un ser condenado no sólo a vivir eternamente sino también a sufrir mil y una muertes, y al mismo tiempo a disfrutar del goce estético que producen unas figuras que convierten cada viñeta en una ventana subyugante abierta al no menos desconocido cosmos del alma humana. Mort Cinder es la personificación de la dolorosa memoria del mundo, de sus dramáticas y casi siempre erróneas reiteraciones. Y otros recuerdos, el de una época y un país, donde los Ojos de plomo o los Ellos, los enemigos oscuros e implacables imaginados por HO, y, en mi caso, también el de un encuentro entrañable, en el destierro, con AB, el hombre que dio formas a las sombras como manchas en el tiempo.

Tengo que apuntar que muchas de mis primeras lecturas adolescentes fueron de revistas semanales de historietas –“El Tony”, “D’Artagnan”, “Misterix”, “Hora Cero”, etc.- a través de las cuales supe de Shakespeare, Lovecraft y un sinfín de grandes creadores literarios, aparte de autores nacionales, como Esteban Echeverría, José Hernández y Estanislao del Campo, entre otros. El dato sirve para poner de manifiesto la importancia y la influencia que tenía la historieta en el hábito de lectura y conocimiento de muchos jóvenes de entonces.

Entre 1957 y 1959, apareció en “Hora Cero” la original historieta de ciencia ficción imaginada por Héctor G. Oesterheld y dibujada por Francisco Solano López, titulada El Eternauta, de la que en noviembre de 2007 Norma Editorial hizo una edición especial para conmemorar su quincuagésimo aniversario, con eficaz prólogo de Carlos Trillo.

La reciente aproximación audiovisual a esta obra clásica del cómic, como se le dice en la jerga peninsular a lo que en Hispanoamérica llamamos historieta, supone para muchos lectores de hoy el descubrimiento de emociones (y perturbaciones) que entonces provocó su lectura. Por primera vez, lugares que resultaban familiares, especialmente para la gente de Buenos Aires, eran el escenario de acontecimientos extraordinarios que, ingenuamente, creíamos que sólo sucedían en otros lugares lejanos y prestigiosos, generalmente anglosajones. Esta versión audiovisual, dirigida por Bruno Stagnaro, se muestra fiel a la estética gráfica del original y logra transmitir el paisaje de desolación que provoca una nevada mortal de origen desconocido, que cae sobre Buenos Aires. Desde el punto visual, la versión es impecable, no así la composición de los personajes, cuyas expresiones y conductas no reflejan la dimensión de la tragedia, salvo en la férrea y fría voluntad del protagonista de buscar a su hija desafiando lo desconocido vestido con un ingenioso traje y máscara de facturas caseras. El extrovertido modo de ser porteño, con su irónico humor, atenúa el dramatismo de la situación y al mismo tiempo distancia a los personajes de la dramática realidad que viven, como si no se dieran cuenta del alcance de la misma. También es posible entender este modo de ser porteño exprese un modo de ser que blinda a los argentinos ante los “atropellos a la razón”, como dice un tango.

La historieta, asentada en unos dibujos de gran calidad, cosa nada sorprendente dado que en Buenos Aires en ese momento se concentraban artistas extraordinarios, como el mismo Francisco Solano López, Alberto Breccia, Carlos Freixas, Arturo del Castillo y Hugo Pratt, entre otros, daba cuenta de un personaje (Juan Salvo), que en una Buenos Aires paralela había sido esposo y padre entrañable, como seguramente se verá en su momento, se presenta en la casa del mismo guionista como viajero del tiempo y resistente de una terrible invasión extraterrestre que se manifiesta al principio con una nevada mortal. Este aspecto cuántico no se aclara en la serie hasta casi al final de la primera temporada, cuando Salvo dice para sí: “Esto ya lo viví, ya estuve aquí”.

En ese momento, el carácter de la historieta como metáfora de la realidad política del lugar y la oscura amenaza que se cierne sobre él es apenas perceptible, pero revela la intuición artística de Oesterheld para narrar a modo de anticipación la tragedia que se avecinaba en el país en forma de ominosas dictaduras. De esta lectura que latía debajo del texto y las viñetas nacía la inquietud perturbadora que quedaba en el ánimo de los lectores de entonces de las aventuras de El Eternauta.  

Posteriormente, en 1969, Oesterheld escribió una nueva versión con dibujos de Alberto Breccia, quien siete años antes había dibujado Mort Cinder, y en 1976 El Eternauta II, de nuevo con Solano López, en los que el compromiso político se hizo más explícito hasta el punto de continuar los tramos finales de la historia en la clandestinidad. En 1977, el creador de El Eternauta, miembro de Montoneros, fue secuestrado, asesinado y hecho desaparecer por la dictadura militar que asoló Argentina entre 1976 y 1983. Previamente habían sido secuestradas sus cuatro hijas, dos de ellas embarazadas, y tres yernos. Estos hechos reales apuntalan conceptualmente El Eternauta, pero es su carácter artísticamente profético y su concepción metafórica del mal, su amenaza y su horror, lo que le confiere la calidad de clásico. La serie televisiva actualiza los momentos más trágicos de una historia que hoy, en Argentina, se pretende negar. Los “bichos” y “ellos”, los verdaderos enemigos, siguen estando allí, solapados en apariencias humanas ocupando el cuerpo de vecinos, compañeros de trabajo, parientes o puestos de gobierno.

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1 comentario en “EL ETERNAUTA, EL TIEMPO Y LA TRAGEDIA”

  1. Silvana Cristina Tello

    Excelente descripción, es lo que sentimos algunos argentinos al ver esta serie en el contexto del gobierno actual.
    Felicitaciones Antonio!

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