Las paredes de la esperanza, de Juan “Quitito” Díaz

Por Gerardo Otto Monti

Entre las cualidades literarias que admiro en muchos escritores está la capacidad de plasmar en la escritura lo simple, lo cotidiano de lo humano, en una forma narrativa donde estos sucesos comunes y hasta triviales adquieren una relevancia significativa que impacta en los lectores.

Juan Quitito Diaz, en varios pasajes de esta obra hace, de algún modo, lo contrario a lo anterior. Parte de un hecho dramático, duro, extremamente conmovedor y lo convierte en una historia que demanda comprensión, amor y esperanza. Todo ello sin perder el carácter trágico del suceso contado, sin edulcorar las historias y con apego a la fidelidad de lo sucedido. Esto nos permite sumergirnos sin temor en un relato personal, donde la dicha no estuvo siempre presente pero la tragedia sí. Creo que después de leer estas historias, se entiende un poco más por qué Quitito agradece lo malo y lo bueno que le ha tocado en la vida.

Cuando tomé contacto con los primeros escritos me surgió la necesidad de que me contara más y más sobre esa época de su vida, esa aventura romántica e idealista en su génesis y violenta y trágica en su desenlace. Entre lo que ya había él escrito y lo que le demandaba con ansiedad fue tomando forma este libro.

Horas de leer y releer las notas. Horas de Quitito buscando en su memoria hechos y nombres que luego transcribiría al papel, al generoso papel que cuando era transformado por la tinta de la impresora también iba transformando a su autor. Doy fe que a Quitito, al igual que le debe ocurrir a la mayoría de los escritores, el narrar su propia historia lo transformó y ya no es la misma persona de antes de escribir esta parte de su vida guardada hasta hoy,

Este libro conmueve por referir a experiencias muy fuertes, muchas de ellas límites en lo emocional como lo son las grandes pérdidas familiares, estar en prisión padeciendo torturas y amenazas constantes. Sin embargo, esto contado desde una voluntad de vivir casi mágica alivia las sensaciones negativas en el lector. Describe escenas donde se ve esa humanidad que no puede reducirse por el encierro, la tortura y la humillación, pues en los actos cotidianos que describe está la resistencia, al buscar compañía, al compartir conocimientos con los otros, en querer saber, en buscar distracción, en la avidez de leer algo, de tararear o susurrar una música y en inventar formas de comunicación imposibles. Todo para sostener la vida.

Quitito, no solo está describiendo una época que le tocó vivir, sino también, quizás, todos nosotros nos sintamos descriptos, esto puede ser por la identificación con el personaje y con los momentos narrados o con toda esa parte de la historia en que estábamos tan ilusionados y que luego la dureza de los tiranos nos dejó sin ilusión, mutilados en los afectos.

Cuando pensaba en qué género se inscribe esta obra, se me ocurría que podía ser una manera de contar la historia reciente, quizás una autobiografía o tal vez una crónica de la época, pero me dije que esto no era solamente el relato de una serie de sucesos y fue allí donde me di cuenta que estaba presente el arte, el arte literario, el arte sanador, aquel con el que Quitito logra extraer todas las emociones que encierran los hechos y transmitirlo de una manera casi bondadosa, sanadora, sin golpes bajos.

En conclusión, todo lo que aquí está contado es parte de lo que se denomina literatura y es por ello que pienso que estamos frente a un muy buen libro, un libro iniciático de un novel escritor.

Todos nosotros y el mundo estamos necesitados de buenas historias y esta es una de ellas.

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