Entrevista

LÍDIA GÀZQUEZ OLIVARES, UNA POETA TRES VECES REBELDE

Por Jorge Rodríguez Hidalgo

Fotos de Clàudia Sauret Verdejo

La poeta catalana Lídia Gàzquez Olivares (Sant Pere de Ribes, Barcelona, 1978) es una mujer comprometida con su tiempo, con la poesía, la literatura y la cultura en general, y con la consecución de la igualdad de géneros. Lo hace, además, mediante su idioma materno, el catalán, siempre discutido por la sociedad española pese a que su historia literaria es la más longeva de la península ibérica. Su escritura es consecuente con la máxima de que “la literatura es un espejo y un desencadenante de la realidad”.

Publicó su primer libro (“El animal perfecto”, 2023) hace solo dos años, superada la cuarentena. ¿Cuándo comenzó a escribir? Pese a su juventud (1978), ¿por qué ha llegado tan tarde a la imprenta su “ópera prima”, si tenemos en cuenta la edad media a que se empieza a editar?

Escribo desde que tengo uso de razón. Uno de mis primeros recuerdos de infancia, por no decir el primero, es uno en que estoy sentada en un sillón de casa de mis padres con una libreta y un bolígrafo haciendo garabatos que querían ser líneas de texto (todavía no sabía escribir), debía de ser muy muy pequeñita. Mi intención de plasmar alguna cosa en el papel y de comunicar fue muy temprana. Si bien es cierto, que escribía siempre y era una alumna aplicada en el colegio, no fue hasta hace unos pocos años que me sentí suficientemente segura y preparada para dar el paso y tomarme en serio esto de tener una carrera literaria. Fue al cumplir los 40. Nunca he dejado de escribir: poesía, cuento, narrativa, entrevistas, guiones, artículos, columnas, posts… La escritura es mi manera de ser y de existir. Yo soy escribiendo. La escritura y la lectura (ambas van de la mano y son indisolubles) me han ayudado a vivir y a sobrevivir durante toda mi vida. No sé qué habría sido de mí sin la literatura

Por otro lado, un revulsivo importante para mí en esto de tomarme más en serio fue recibir el premio que reconoce a los escritores y periodistas de mi loclidad, Sitges. Me fue otorgada la Ploma d’Or (Pluma de Oro). El Ayuntamiento la entrega a aquellos ciudadanos con una trayectoria en las letras y el periodismo con una clara intención de reconocer y apostar por sus carreras. Yo la recibí en 2019 y representó una motivación muy grande para mí. Y ha funcionado: he ganado muchos otros premios literarios en lengua catalana en estos dos años y he publicado tres libros: ’El animal perfecto’, ‘El viento hará sábado’ y ahora llega el tercero, ‘Nuuk’, todos con premio. Este último ganó el Premio Pollença de Poesia, en Mallorca, y saldrá publicado este mismo año. Estoy muy contenta y motivada para seguir adelante. Soy una escritora publicada que tiene muchas ganas de aportar y el momento ha llegado. Pienso que uno tiene que estar muy seguro y creer mucho en su obra para dar el paso a la publicación. En este sentido, los premios son un gran incentivo: conllevan la publicación en una editorial de prestigio y están avalados por un jurado. Así que seguiremos en este camino que me está dando tantas alegrías. En un mundo marcado por las prisas y la immediatez, puede sorprender que mi primera obra publicada llegara “tarde”, pero creo que el momento ha llegado cuando tenía que llegar.

¿Cuál es su poesía de referencia? ¿Qué lugar ocupan las poetas entre sus preferencias poéticas?

Es una pregunta difícil porque hay infinidad de poetas cuya obra es fundamental para mí y cada día descubro más autoras y autores con obra interesantísima. Están los clásicos esenciales como Federico Garcia Lorca en castellano (para mí es el poeta entre poetas) y Lope de Vega, en castellano, y Ausiàs March o Joan Salvat-Papasseit, en catalán. He crecido con ellos y me han configurado como persona y como escritora. En esta línea, Maria Mercè Marçal, Joana Raspall, Montserrat Abelló, Raquel Casas, Mireia Vidal-Conte, Teresa Colom, Àngels Moreno, Vinyet Panyella, Eva Tur, Glòria Julià, Aina Riera, Maria Josep Escrivà, Mireia Calafell, Corina Oproae, Blanca Llum Vidal… son algunas de mis poetas-luna, que me acompañan cada día y por las que me siento plenamente influída. En castellano, me encantan y también son influencia Sor Juana Inés de la Cruz, Ángela Segovia, Laura Sam, Luna Miguel, Raquel Lanseros, Gioconda Belli, Chantal Maillard, Ida Vitale, Alejandra Pizarnik, Rosana Acquaroni… Hay voces jóvenes potentísimas en catalán que sigo con mucho atención como Carla Fajardo, Laia Noguera, Queralt Morros, Laia M. Llobera, que son enormes. En otros idiomas que no sean el castellano o el catalán, están Sylvia Plath, Hilda Hilst, Louise Glück, Mary Shelley, Emily Dickinson, Sharon Olds, Mary Oliver, Anne Carson, Ana Blandiana… ¡Hay tantas mujeres poetas maravillosas que me son cercanas y maestras! Entre los hombres que me acompañan literariamente, cuento con Sebastià Alzamora, Francesc Parcerisas, David Jou, Gil de Biedma, José Agustín Goytisolo, Ángel González, Manuel Forcano

Creo que me dejaré muchos nombres. En general, tengo gustos heterogéneos, a veces eclécticos, aunque, en definitiva, me llama la atención la honestidad de sus obras, la potencia y el acto de su poética en cuanto a los temas, el tratamiento del lenguaje, la valentía de sus propuestas, desde las más clásicas hasta las más experimentales. Me encanta que una obra me deje maravillada por la experiencia estética, porque me sorprenda o porque me destroce. La poesía tiene que destrozarnos.

Su gran amiga, la poeta Raquel Casas Agustí, dice en el epílogo de “El animal perfecto” que “su poesía es una invitación a la introspección, a explorar nuestro propio universo emocional” y que usted nos ha demostrado que “la poesía puede ser un instrumento poderoso para conectar con nosotros mismos y con los otros”. ¿Qué es, para usted, la poesía?

Sí, la poesía puede ser un bálsamo y una batalla para nosotros, es una investigación, un descenso a nuestros infiernos y un ascenso a nuestros paraísos perdidos. En este camino de exploración, de introspección, hacemos descubrimientos felices, inesperados y a veces también aterradores. Así que la promesa de esa exploración vale la pena, el acto de escribir y, en particular, el de escribir poesía es apasionante e incomparable y nos permite aproximarnos a lo inefable. En cuanto a lo de “conectar con nosotros mismos y con los otros” es tal que así. Hace muy poco leí el ensayo sobre escribir y crear de la poeta rumana Ana Blandiana “El miedo a la literatura” en catalán, editado por AdiA ediciones y me fascinó por completo. Ella dice que cuando escribimos es como si lanzáramos un mensaje en una botella a la immesidad del mar y esperamos que alguien encuentre esa botella y lea ese mensaje. Como escritores estamos en soledad, aunque paradójicamente creo que más o menos conscientemente, tenemos la voluntad de hablar con el otro, existe una vocación universal en lo que una escribe, porque cada uno de nosotros somos la diminuta y humana expresión del infinito. Como dice Jorge Drexler en una canción: “Somos polvo de estrellas

Los tres libros que ha publicado hasta ahora tratan de forma casi monográfica el tema de la mujer. ¿Por qué?

No lo sé. Me sale de forma natural. Supongo que es porque soy una mujer y porque creo que las mujeres hemos crecido o crecemos rodeadas de silencios, de omisiones, de tabúes, también de agresiones continuas, de una forma más o menos directa, y hace relativamente poco que podemos vivir en libertad y crear en libertad en el espacio público, que nos había sido negado. Vivimos una explosión, una fiesta creativa y creadora que no quiero que se acabe nunca. Tenemos hambre de mundo y de poder explicar y comunicar lo que había sido silenciado. Es una necesidad. En mi poética existe una forma de ver el mundo de manera muy natural pero también universal. No hay una literatura femenina. La literatura es universal venga de donde venga y la escriba quien la escriba. Sin embargo, es muy orgánico que escribamos sobre nuestra naturaleza, nuestro cuerpo, nuestros conflictos siempre enfrentados a un mundo que es hostil con la mujer. Solo hay que ver el ascenso de la extrema derecha en el mundo y qué políticas proponen para la mujer. No podemos quedarnos mirando cómo avanzan ellos y reculan nuestros derechos. Hay que estar vigilantes y ser resistencia. Suena agotador, pero no queda otra

 

¿Existe una poesía de la mujer y otra del hombre o la poesía no está sujeta a la identidad de género?

 Para nada. La literatura es universal. No existe una literatura femenina ni masculina. Simplemente, creo que ahora somos más mujeres las que podemos crear, publicar, comunicar… es algo que, en perspectiva histórica, es relativamente “nuevo”, ver a tantas mujeres creando, escibiendo, expresarse, hablar de sus cuerpos, de su visión del mundo, denunciando abusos de poder o simplemente haciendo una exploración estética y artística de la realidad, que es la de todos. Creo que lo que tocaría ahora sería leer mucho a las mujeres, escucharlas y entender cuál es su visión del mundo, tal y como lo hemos hecho siempre con los hombres a lo largo de la historia. Creo que debería ser algo natural, aproximarnos a sus obras con toda la atención del mundo, la misma que les hemos dado siempre y les seguimos dando a las obras de los hombres (y hablo desde el privilegio de ser una mujer blanca europea y que ha tenido acceso a la educación y tiene sus necesidades cubiertas y puede dedicarse a trabajar y escribir; esto no es así en, por desgracia y todavía, muchos países del mundo). A mí me interesa mucho lo que escriben las mujeres no solo porque soy una mujer: es que se ha omitido lo que sentía y pensaba y era capaz de crear la mitad de la humanidad durante siglos. Y si fuera un hombre, también me interesaría saber qué piensan, qué crean, qué tienen que decir las mujeres. En este sentido, es fundamental leer a Virginia Woolf. En los libros de texto de cuando yo estudiaba había solo nombres de hombres pensadores, pintores, poetas, etc. En educación, es algo que también está empezando a cambiar, pero queda tanto por hacer que no vamos a parar.

Y es cierto que cuando las mujeres tomamos la palabra y estamos en los libros de texto, en las bibliotecas, en las librerías, cuando podemos elegir y las otras mujeres nos leemos, ya no nos tenemos que proyectar en personajes o mundos que antes solo pertenecían a los hombres como autores o protagonistas, porque las obras ya hablan de nosotras, la identificación es immediata y eso nos ha aportado una riqueza y una visión inédita, nos ha dado un lugar en el mundo ahora sí completo, no solo a las mujeres, también a los hombres, a todos. La protagonista femenina, la energía femenina, las referencias femeninas son necesarias para conquistar las espacios públicos de los cuales fuimos relegadas en sociedad. La literatura es un espejo y un desencadenante de la realidad.

¿En qué consiste la poesía feminista, si es que hay tal?

 Primero, como le decía, creo que existe la poesía y después podemos ponerle esa etiqueta si es que en los temas o en la forma se denuncia, se reivindica, se incendia algo, se abre una ventana de aire a un paisaje nunca visto antes, lejos del cánon heteropatriarcal. En la poesía feminista hay un grito y una elevación, hay un color que merece ser visto, hay cuerpo, herida y alma. En Cataluña, se ha editado recientemente una antología de poesía feminista a cargo de la poeta Maria Antònia Massanet en Godall edicions, y está clasificada por temas y me parece una excelente selección y un trabajo exhaustivo de documentación. La selección se divide en temas como las sororidades, el empoderamiento, los roles y mandatos de género, curas, corporalidad, maternidades y no maternidades, deseo, violencia machista, etc. ¡A qué ser humano no podría interesarle todo esto! Es una ventana para asomarse a temas que son vigentes, necesarios y universales porque nos interpelan a todos.

¿La revolución de la mujer está pendiente? Si así lo cree, ¿también lo está su poesía?

Creo que la mujer está en constante revolución. La madre de mi idolatrada Mary Shelley, la también escritora Mary Wollstonecraft y precursora feminista tiene una frase que me repito constantemente: “Yo no deseo que las mujeres tengan poder sobre los hombres sino sobre ellas mismas”. Va de pura y simple igualdad y libertad. Y no podemos bajar la guardia. Los derechos se conquistan pero se tienen que ir reconquistando a lo largo de los años porque siempre hay una amenaza que nos quiere hacer recular. La literatura nos trae ficciones distópicas interesantísimas y ya muy conteporáneas, presentes, como por ejemplo, ‘El cuento de la criada’ de Margaret Atwood. Solo la batalla que se libra en el campo de nuestros cuerpos es una constante. Ahí tenemos que estar para plantarnos y evitar esa amenaza de invasión perenne agravada con un capitalismo agresivo y acechante.

¿La poesía actual escrita por mujeres aborda los mismos temas que la de los hombres? ¿Hay diferencias significativas entre ellas?

A veces sí y a veces no. Por supuesto habrá temas que el hombre no puede abordar, por lo menos desde la misma perspectiva que una mujer como, por ejemplo, el amor entre mujeres, el cuerpo de la mujer, la experiencia de la maternidad o de un aborto, la violencia ejercida contra la mujer o el esclavismo de esta parte de la humanidad… y lo interesante es que ahora nosotras podamos hablar de todo esto con una libertad total. Pero, como le decía, esto es relativamente reciente, así que es apasionante escuchar qué tenemos que decir. Por lo menos, nosotras tenemos esta conversación no solo ya en el ámbito privado, ahora lo hacemos en público y creamos diálogo artístico desde diferentes disciplinas y generamos debate social. Aunque, de nuevo, me gustaría no categorizar o poner líneas de división rígidas porque somos humanos y el arte y la literatura, reitero, son humanos y universales.

En el poema “La fuente” (“El viento hará sábado”, 2025), escribe usted que “el pecado original no era vernos el sexo. […] El pecado es un clítoris inexplorado,/ es la pornografía como fuente de sabiduría”. ¿El lenguaje crudo de su poesía es una estrategia de lucha?

Este poema es muy irónico y la crudeza en algunos de mis poemas no es deliberada. El poema me lleva y pienso que no es bueno autocensurarse ni echar mano al recurso del tabú porque para mí el arte y más concretamente la poesía es libertad. No tendría sentido autocensurarme buscando un lenguaje más amable: sería traicionarme y aún peor, traicionar al poema. Sí que me gusta usar un lenguaje trabajado, desnudo, preciso, cargado de imágenes potentes, y, como escribió el poeta catalán Francesc Garriga: “Hay que poner también una serpiente en los versos”, ¿qué poema nos quedaría si no nos muerde y nos envenena un poco?

Por suepuesto, hay poemas que piden un lenguaje más relajado y amable. Este no era el caso.

El título de “El viento hará sábado” lo toma de un verso de la poeta catalana Maria-Mercè Marçal (1952-1998). Usted recibe una gran influencia de ella, quien elevó la lengua poética y literaria catalanas a partir de un profundo conocimiento del idioma propio de Cataluña. ¿Qué significa en su obra la lengua, especialmente como instrumento comunicativo?

Maria-Mercè Marçal es creo que la madre poética y literiara de varias generaciones de poetas en los Países Catalanes. Es una de mis madres literarias, así la siento. Escribir en una lengua u otra en Catalunya pienso que es una decisión política, ya sea de forma deliberada o no. En el momento que una escoge una lengua literaria, se está posicionando ante el mundo, está dando una visión del mundo, porque cada idioma contiene un mundo y una forma de entenderlo. Además, el idioma catalán está en continua lucha por sobrevivir. La situación de diglosia es bastante alarmante en los últimos años, no solo en Catalunya sino también en el País Valenciano y en las islas Baleares. Así que cuando una escribe en catalán sabe que el contexto es uno y no será fácil. Para mí, es la lengua de la familia que he creado, la lengua con la que quiero a mi hija y mi pareja, es la lengua con la que me comunico socialmente con amigos y laboralmente, a pesar de las dificultades para vivir plenamente en catalán. Pero aquí estamos, es otro territorio de resistencia, volviendo a Maria Mercè Marçal. Ella tiene un poema muy cortito que se llama ‘Divisa’ y es también un mantra para mí: “Al azar le agradezco 3 dones: haber nacido mujer, de clase trabajadora y de nación oprimida. Y el turbio azur de ser tres veces rebelde”. Poco se puede añadir. Por lo que la lengua en mi obra significa resistencia, supervivencia, belleza y querer seguir queriendo diciendo ’T’estimo’. Y esto de escribir es estar continuamente escribiendo cartas de amor o una carta de amor infinita.

La poesía en Cataluña, sobre todo la escrita en catalán, vive un momento álgido, en el que las mujeres son un pilar fundamental, tanto por la cantidad de poetas como por sus propuestas creativas, muchas veces arriesgadas. ¿A qué cree que puede deberse, teniendo en cuenta que el catalán es una lengua minoritaria en el conjunto de España (aunque de amplio conocimiento en Cataluña, claro) y está siendo aminorada por el uso mayoritario de la lengua hegemónica, el castellano?

Una vez cuando fui a sacarme el título de excelencia en catalán, en clase me dijeron una cosa que no se me ha olvidado, que es que el catalán no es una lengua minoritaria, pero sí minorizada. Es decir, en el estado español es la segunda lengua más hablada después del castellano, pero es lengua minorizada porque sufre restricciones en ámbitos y funciones de uso, de forma que no es necesaria en la mayor parte de ocasiones o ámbitos en los cuales se tiene que usar la comunicación verbal. Dicho esto, Catalunya es el país del mundo donde hay más poetas por quilómetro cuadrado y eso pasa también con nosotras. No sé por qué motivo, tenemos una tendencia a la lírica que nos situa como un pueblo muy soñador, a mi parecer, y ansioso de libertad por razones obvias. Creo que la poesía es a menudo el idioma universal de la utopía, de la épica, y los catalanes y las catalanas nos expresamos muy bien con este género. Recordando el poema de Kavafis y las epopeyas: “Cuando emprendas tu viaje a Itaca /pide que el camino sea largo, / lleno de aventuras, lleno de experiencias”. Hay un deseo de libertad que nos persigue o que nosotros perseguimos. Y volviendo al momento actual álgido de producción de las poetas catalanas, me hace infinitamente feliz que así sea y sigo a muchísimas de ellas, como le comentaba al principio. Son un espejo donde mirarme, hay muchas que considero mis maestras y mis poetas-luna de influencia. ¡Viva ese deseo de comunicación, de expresión y de libertad tres veces rebelde!!

¿Podemos desembarazarnos de nuestra identidad de género y hablar/pensar/vivir de forma “neutra”?

Ojalá que las generaciones futuras lo consigan, pero creamos tantas guerras en el camino que se presenta como un reto complicado. Todo pasa por respetarnos los unos a los otros y vivir y dejar vivir. Que cada uno se seinta como quiera sentirse y respete cómo quiere sentirse el otro. Los matices y los colores son infinitos. Vamos todavía por esa lección. Pero las nuevas generaciones lo están peleando intensamente. Para mí, una referente total literiaria y en la lucha feminista y de igualdad de género es la escritora peruana Gabriela Wiener. Si alguien no la ha leído, que corra a leerla, es el ejemplo de lo que para mí significa vivir en libertad y vivir en resistencia con el objetivo de poder llegar algun día a no tener que vivir más en resistencia ni en los márgenes. Ella propone precisamente descentralizar lo hegemónico como son los cánones de belleza, la heterosexualidad, la monogamia, lo blanco, etc. Es hacia donde deberíamos ir sin duda. Hay que tener esta conversación las veces que haga falta.

Raquel Casas Agustí y usted crearon el podcast “GeMMinades” (Geminadas), donde se ocupan tanto de la literatura “de proximidad” (la escrita en su entorno geográfico más cercano) como de la literatura como placebo para, especialmente, las enfermedades mentales. ¿El conocimiento es un bien común que debe compartirse?

El tema de la salud mental lo tratamos en el otro podcast, “LiteraCura`t”, centrado en la literatura como arma para la salud emocional de niños y jóvenes. Estamos muy contentas y entusiasmadas con estos proyectos de divulgación. Como profesoras de

 secundaria de Lengua y Literatura, llevamos en el ADN esto de compartir y ser canal de conocimiento con nuestros estudiantes y compañeros. Además, mi formación en Ciencias de la Comunicación me lleva a comunicar como algo natural y casi necesario. Con la escritura también tenemos ganas de comunicar y compartir. Transmitir aquello que nos apasiona se ha vuelto casi una obsesión en estos más de dos años ya que llevamos con el proyecto literario en nuevos formatos audiovisuales. Hemos comprobado con nuestra experiencia en las aulas que para llegar al alumnado y al público en general, hay que explorar el lenguaje audiovisual y de las redes sociales. Y nos encanta compartir nuestras conversaciones con los autores, libreros, editores, lectores… En este sentido, abrir esta ventana es muy enriquecedor. Quedárnoslo para nosotras no serviría de nada. Creemos que puede ayudar a crear una red de agentes involucrados en la literatura, a conectarnos, a compartir recursos e ideas y estimular la lectura. Es mucho trabajo y lo hacemos de forma apasionada. Si nos pagaran por ello ¡ya sería espectacular

 

¿La literatura es, además de creación, “reivindicación y memoria […], un acto de resistencia, un espacio para la pausa y la reflexión”, como ha escrito Marc Almendro i Campillo, alcalde de Alella, la localidad barcelonesa donde se le concedió a “El viento hará sábado” el 27º “Premi de Poesia Alella a Maria Oleart”?

Sí, completamente de acuerdo. Creo que durante toda la entrevista ha aparecido la palabra resistencia unas cuantas veces y también la reivindicación. Pero, por favor, siempre desde el deleite y el sufrimiento del contacto con la belleza, a través de la experiencia estética, el trabajo con la lengua y con el lenguaje, con la creación de imágenes y con la voluntad de inspirar y amar los libros, la lectura, la poesía y las pasiones humanas por encima de todas las cosas. No hay poesía sin emoción ni belleza ni herida.

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