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Conversación con Ana María Shua, al acecho del lector desprevenido.
Por Silvia Barei
El 16 de octubre, en la Feria del Libro de Córdoba, se presentó como invitada especial, Ana María Shua, reconocida escritora argentina y tuve el placer de conversar son ella frente a un público numeroso y atento.
Comencé la charla riéndome un poco de mí misma porque a los 16 años yo escribía y tiraba todo. En cambio Ana María, a los 16 años publicó su primer libro de poemas, El sol y yo y recibió la Faja de Honor de la SADE. Es Profesora en Letras y vivió un tiempo en Francia donde trabajó en una revista española de la editorial Cambio 16. Soy paciente (1980) es su primera novela, con la que ganó el premio de la editorial Losada, y Los días de pesca (1981) su primer libro de relatos. En 1984 apareció La sueñera, colección de microrrelatos o “cuentos brevísimos”, como se los llamaba en esa época. Este libro inicia su escritura de cinco libros más de minificciones, género en el que ha obtenido amplio reconocimiento en el mundo de habla hispana: Casa de geishas, Botánica del caso, Temporada de fantasmas, Fenómenos de circo y La guerra. Justamente por la dimensión que adquiere esta obra, en 2016 recibió en México el Premio Internacional Arreola de Minificción.
En 1994 obtuvo la beca Guggenheim para escribir su novela El libro de los recuerdos. Sus otras novelas son Los amores de Laurita (llevada al cine), La muerte como efecto secundario (Premio Club de los Trece y Premio Municipal de Novela), El peso de la tentación, y la última, Hija. Que tengas una vida interesante, reúne sus cuentos completos hasta 2011. Contra el tiempo fue publicado en Madrid con prólogo, selección y entrevista de Samanta Schweblin. En 2022 se publicó Sirena de río, su último libro de cuentos.
En 2014 recibió el premio Konex de Platino y el Premio Nacional de Literatura. Parte de su obra ha sido traducida a dieciséis idiomas. También es autora de poesía entre la que se destaca No son haikus y es escritora de literatura infantil, con la que ha obtenido varios premios, entre ellos el del Banco del Libro en Venezuela y el White Raven, en Alemania. Sus libros para chicos obtuvieron premios nacionales e internacionales, se leen en toda America Latina y Europa, suman más de ciento cincuenta y han sido editados en Brasil, Francia, España, Alemania, Dinamarca y Corea.
– Ya que la definen como “maestra del microrrelato”, comencemos leyendo uno de estos textos brevísimos y hablemos un poquito sobre la escritura (y el sentido) de este tipo de ficciones.
– Leo entonces un cuento: “En el siglo Vll después de Cristo, un grupo de teólogos bávaros discute sobre el sexo de los ángeles. Obviamente, no se admite que las mujeres (por entonces ni siquiera era seguro que tuvieran alma) sean capaces de discutir materias teologales. Sin embargo, uno de ellos es una mujer hábilmente disfrazada. Afirma con mucha energía que los ángeles sólo pueden pertenecer al sexo masculino. Sabe, pero no lo dice, que entre ellos habrá mujeres disfrazadas“ (del libro, Casa de Geishas)
Cuando empecé a escribir estos textos breves el microrrelato o microficción no existía como género. Se los consideraba un subgénero del cuento: relatos breves, brevísimos o cuentos cortos. En los últimos cuarenta años los críticos decidieron que se trataba de un género narrativo distinto del cuento. Ese nuevo género fue muy cultivado a lo largo del siglo XX y su brevedad lo aproxima a la poesía, a los aforismos, a las adivinanzas. Hubo muchas discusiones acerca de sus límites exactos, aunque la mayor parte de los críticos se inclinan por llamar microrrelato a un texto narrativo que no exceda de una página. Por eso su escritura introduce la historia de inmediato y termina enseguida, usando la elipsis, la condensación, la síntesis expresiva. Yo trabajé quince años como publicista, pero no fue ese trabajo el que me facilitó la retórica de la brevedad. Al contrario, yo diría que fue mi tendencia natural a lo breve lo que me convirtió en una buena redactora creativa en las agencias de publicidad.
- Ya que estamos en lo breve, destaco entre su obra poética el libro de haikus que Ud. titula como no haikus por su diferencia con el haiku tradicional japonés, aunque mantiene sus rasgos formales y mas bien se aparta en la temática. A mi me gusta éste: “Viene el poema,/ te cambia la mirada/ y te abandona”. ¿Cuál es su reflexión acerca de estos poemas?
- No me parecen muy importantes las etiquetas o las clasificaciones sino los efectos que producen los textos, las iluminaciones que posibilitan sobre el mundo del lector y sobre la propia literatura. El haiku tradicional es como una foto o como un videíto, porque a veces tiene movimiento y sonido. Ni siquiera está permitida la metáfora y la naturaleza juega un papel preponderante. Los haikus son una antigua forma poética de origen japonés, son poemas de diecisiete moras, que en español se traducen como sílabas aunque no lo sean exactamente. Los haikus tradicionales están compuestos por tres versos de cinco, siete y cinco moras, una especie de unidad que se consideró equiparable a la sílaba, aunque en japonés no refiere solo al sonido. En este libro no respeto exactamente la tradición del género, por eso lo llamé No son haikus. Mis textos tienen ciertas marcas de ambigüedad, de efecto sorpresa que también cultivo en mis “Por la vereda, / diez perros van paseando / a un solo hombre”. Tampoco respeto la temática del haiku tradicional, porque allí el poeta describe con una pincelada un momento de la naturaleza y hace referencia a la estación del año. Algunos de mis poemas de diecisiete sílabas tienen que ver con preocupaciones humanas: la muerte, el amor, el paso del tiempo. Y por otro lado, como mujer urbana, caminante diaria de la ciudad, me detengo en mis pasos, en mi cuerpo, en el ajetreo diario de mi barrio en Buenos Aires: “El arco iris / en un charco de aceite / sobre el asfalto”. Me fascinan los límites, el desafío de la expresión poética encerrada en rigurosas diecisiete sílabas.
- Hablemos de la literaturas para las infancias. Me gustaría leer una parte del poema “Todos los no” y desde allí iniciar la charla con lo censurado, lo prohibido, negado a los niños y que Ud refiera la propuesta de su obra, que yo encuentro muy matizada con el humor.: “No toques a los perros de la calle/a los gatos tampoco/no toques los faroles, las paredes o los cocos,/no toques mis papeles,/no toques mi cartera,/no toques la tele, la computadora, la heladera…”
Cuando nace un bebé, todavía es una especie de animalito. Para convertirse en un verdadero ser humano, es decir, en un ser cultural, tiene que aceptar los límites que le impone la cultura en la que ha nacido. Los padres son los encargados de imponer esos límites, que recortan la libertad de los instintos. Por ejemplo, en nuestra cultura, una persona no puede salir desnuda a la calle, por más calor que haga, no puede meterse el dedo en la nariz en público, no puede defecar en cualquier lado, no puede comer cuando tiene hambre sino en horarios pre establecidos. Y así pasa con todo el resto de la vida, en cualquier cultura humana, no solo en la nuestra: cada una tiene sus popias reglas, pero en ninguna se puede todo. Para imponer ese reglamento, los padres no tienen más remedio que prohibir y, por supuesto, a los chicos eso no les gusta, convertirse en un ser cultural es doloroso. Por eso el libro donde está Todos los no se llama Las cosas que odio. Y ese poema, Todos los no, no pretende ser un canto a la libertad ni una denuncia de las prohibiciones, ni se trata de que yo piense que a los chicos hay que dejarlos hacer lo que se les da la gana, solo quiere mostrar todo aquello a lo que tenemos que renunciar para convertirnos en personas, en seres humanos completos.
- La Editorial Comunicarte de Cordoba publicó “Tres de amor”. Allí me interesó la mirada femenina así como en otros libros como “El valiente y la bella”, donde las chicas son las valientes o tienen la voluntad de transformarse dejando de lado el modelo “princesita”.
En Tres de Amor hay historias de reyes, princesas y reinos lejanos, donde el empeño y el amor triunfan. En el primer cuento “Las franfrusias del amor”, una hermosa pero caprichosa y malhumorada princesa logra convertirse en una persona amable y cariñosa gracias al amor. Este cuento tiene una historia graciosa: yo lo escribí para mis hijas cuando eran pequeñas y no les gustó. De modo que lo guardé y lo olvidé. Hace unos años lo releí y me pareció que no estaba nada mal, por eso con mi editora, Karina Fraccaroli, decidimos incluirlo entre los tres cuentos de amor. En otro relato, ”La amiga del viejo roble”, hay una chica de pueblo, Anelise, que le cuenta sus penas a un añoso roble del bosque. Gracias a la ayuda de su amigo árbol consigue, con cariño y compasión, rescatar a su comunidad entera de las malvadas acciones del Señor de Kálix. Como premio a su proceder, logra la vida que siempre soñó para ella y para su madre. En este libro hay tres historias que tienen relación con muy diversos países y culturas, enlazadas por el tema central del amor, un motivo fuerte y profundo.
- Su última novela, “Hija” me gustó mucho, al menos por dos razones: por la manera en que entrelaza dos momentos de la historia argentina a través de las relaciones madre/hija, y por la estrategia de intercalar las preguntas sobre cómo escribir una historia en textos breves -una especie de diario- que son una reflexión sobre la escritura. Dos niveles diegéticos distintos, dos planos de la ficción que ponen de relieve el oficio de escribir.
En el “Diario” fui volcando las dudas que tengo como escritora, a la vez que estas dudas también se replican en los personajes -madres e hijas- de la historia. En la primera parte de la novela están la dictadura, las crisis económicas, los exilios, una época a la que los escritores argentinos de mi generación necesitamos volver una y otra vez porque es una herida social que no ha cicatrizado. Aunque no estemos escribiendo directamente sobre ese tema, de algún modo atraviesa todo lo que hacemos. La segunda parte, ademas de las dificultades de comunicación entre madre e hija, – Esmé y Natalia- muestra una progresiva insensibilización afectiva, la crueldad (el bullying) y el tema tan actual de la droga. De un modo sutil (espero) las dos historias vinculan dos tiempos complejos de la argentina contemporánea y las protagonistas terminan por pagar un precio muy alto por haberlos vivido. Por eso hablaba del carácter vacilante tanto de la historia como de las preguntas que me hice como autora mientras lo fui escribiendo, que aparecen en el “Diario” de quien narra.
- También tenemos las novelas y la transposición al cine, como por ejemplo “Los amores de Laurita”. Cuestión bien interesante, casi un desafío para cualquier escritor.
Escribir guión de cine se me hizo complicado porque como escritora estoy acostumbrada al trabajo en soledad. En el cine se trabaja en equipo y hay que compatibilizar muchas miradas. No solo eso: en mi papel de narradora, yo soy la dueña de mi reino, hago y deshago a mi antojo, soy creadora y responsable de todo lo que escribo. Como guionista, soy una pieza del engranaje. Una película no es del guionista, es del director, que decide el tono, el ritmo, la frase, el cómo se cuenta. La verdad es que la película de Los amores de Laurita no tuvo mucho éxito cuando se estrenó, pero después entró en los circuitos de televisión y video donde todavía circula con bastante éxito. Creo que la historia sigue teniendo vigencia, aunque la película es de 1986, porque Laurita es una chica como casi todas, en búsqueda de su identidad y atravesada por los tabúes y las prohibiciones de su época. Va de amor en amor, de un hombre a otro, del presente al pasado, de la fantasía a la realidad. Pero bajo la apariencia de normalidad late una tensión que crece y crece y que es buena para un guion cinematográfico. Los amores de Laurita tiene partes eróticas pero es a la vez una crítica en clave irónica de la burguesía argentina. De todos modos, no quedé conforme con mi trabajo como guionista. En la novela yo había puesto todo lo que quería contar, y no encontré un lenguaje cinematográfico adecuado, creo que quedó apenas como una ilustración de la novela. Además de Los amores de Laurita, que fue llevada al cine por Antonio Ottone, Soy paciente fue un proyecto del director Rodolfo Corral que se filmó pero nunca llegó a estrenarse. También soy coautora del guión de la película ¿Dónde estás amor de mi vida que no te puedo encontrar? (1992). Y participé en muchos otros proyectos que nunca llegaron a concretarse, porque así suele suceder con el cine latinoamericano.
- ¿ Qué planes tiene Ana Maria Shua entre manos este año?
Después de la Feria del Libro de República Dominicana, voy a Hangzhou, una gran ciudad de China. Tengo un libro de minificciones traducido al chino, pero se publicó en Taiwan. Y se nos acaba este año que ha sido muy ajetreado.