Cartas de la Palabra Río

Ulysse

Por Claudio Asaad

Nació en Bélgica en 1928, como Arlette Varda, pero es conocida como Agnés Varda, murió en París en 2019.  Fotógrafa, directora de cine, artista visual, actriz. Varda construyó una obra de crítica social a partir de puestas en escena alternativas en la que era capaz de experimentar con encuadres y propuestas narrativas que tensionaban el realismo de las imágenes con una voluntad poética imbuida en dramatismo. Logró así una producción en la que belleza, dolor y melancolía se suturan con incómodo acierto y laten en imágenes únicas y personales.

En “Ulysse” (1982), un cortometraje en blanco y negro, Varda regresa sobre una fotografía que realizó un 9 de mayo de 1954. La fotografía está tomada con luz día en la playa de St. Aubin Sur Mer, en ella vemos a un hombre desnudo de espaldas, un niño, desnudo, también sentado cerca del hombre y en un plano más cercano a la cámara, una cabra muerta. La imagen trasmite cierta desolación y al mismo tiempo misterio. La composición es propia de la época. Equilibrada, cuidada; en ella se advierte una voluntad de resolución pictórica. La muerte, silenciosa, domina una escena cargada de nostalgia, de un silencio que solapa el mutismo propio de la imagen fija.

La voz de Varda busca, pretende regresar en el tiempo, hurgar la memoria de los protagonistas. El niño Ulysse, hijo de un matrimonio de inmigrantes españoles que huyeron del franquismo, es ahora un hombre casado dueño de una librería. El hombre desnudo de la foto director de arte de una revista de moda. Ninguno de los dos recuerda nada de lo que ocurrió ese día, el día de la foto. La mañana de la playa, la cabra muerta, ellos dos frente a la cámara de foto. Agnés insiste. El modelo se mira así mismo en esa y otras fotos que le tomó. Varda dice: “Recuerdo la camisa, el abrigo, pero no a la persona”, Varda: “recuerdas la ropa, pero no quien eras”. “Yo no quiero recordar” No recuerda el niño, le parece que nunca lo vio caminando. Varda dice: “ahora que tengo como 50.000 años recién empiezo a comprender un poco”.

En su peregrinación, Varda llega hasta la librería del Ulysse adulto, le entrega la foto. El la observa un tanto indiferente. Varda: ¿te conmueve la imagen? ¿Te ves en la playa? Ulysse: no para nada. No tengo ningún recuerdo, ni del hombre, ni del animal muerto en la playa. Varda le insiste, le recuerda que él hizo una pintura a partir de esa fotografía.  Él algo recuerda de la pintura.

Varda reflexiona sobre la memoria de la infancia. Imaginar la infancia. Olvidar como una forma de sortear el tiempo.

Agnés va más allá. Pone a una cabra en escena a mirar la fotografía de la cabra muerta. El animal mastica la foto, luego la abandona. ¿Se ven acaso las cabras así mismas? Cita las cabras célebres: la de bronce de Picasso, la otra, la de Almathea que alimentó a Zeus, la del Sr. Seguin.

Insiste, Varda. Pone a unos niños a mirar la foto ¿qué ven? Los niños no son literales:  hombre y niño desnudos, preparados para tomar un baño en el mar.  El animal muerto. La playa, Cuando ven la pintura ven al niño tocar al hombre, un perro en lugar de una cabra. La ambigüedad de lo representado permite esa libertad en la interpretación.

Conforme el cortometraje avanza las preguntas sobre el tiempo, la memoria, los recuerdos, el anclaje del registro visual, el sentido de la representación, se precipitan sobre el espectador, lo obligan a pensar en su propia experiencia. Varda, como en casi todas sus películas, establece una conversación profunda, pero sin imposturas intelectuales, sin proponer constructos conceptuales. Muestra la emoción de la madre de Ulysse, la relación de Agnés con ese niño y esa familia, los Llorca, que formaron parte de la vecindad de la Rue Daguerre, donde Agnés Varda vivía y tenía su laboratorio. El contexto político en la Francia de ese año, de ese domingo 9 de mayo de 1945: la nación está de luto, los gaullistas avanzan sobre Champs Elysées, la Piaf, Yves Montand, Colette. El bombardeo francés al delta de Tonkin, todo mientras Varda tomaba una foto en una playa de un hombre, un niño y una cabra muerta. ¿Cuántas memorias hacen la historia?, la historia de quiénes?

La mitología alimenta interpretaciones:  El mito de Ulysse y el mar, el regreso a casa después de la guerra de Troya.

Agnes no vio las películas de 1954. Ni las de Marilyn Monroe, ni las de Orson Wells. Sin embargo, filmó una con el novato Philipe Noiret en 1955.

Varda con su voz amable y poderosa en off: “Como el tiempo el agua siempre fluye y nunca deja de correr” dice Li- PO en el siglo VIII.  Lamartine once siglos después: “Oh tiempo, suspende tu vuelo”

Como en una foto, para que podamos recordar lo que quisimos olvidar.

 

Elías

 

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