Lectura

TERRESTRE, DE GUSTAVO TISOCCO

“LA POESÍA ES UNA CELDA DE LUZ QUE NOS MUTILA”

Por Alfredo Lemon

 

Autor esencial de nuestra poesía contemporánea, Gustavo Tisocco nos comparte en esta instancia, la segunda edición de Terrestrei, un conjunto de poemas que dio a luz hace doce años y en los que aborda temas que lo interpelan y recorren su obra. El recuerdo de su infancia en Mocoretá, Corrientes, la cercanía con sus familiares queridos, la fugacidad de las cosas, la naturaleza y el paisaje de aquel momento se presentan y proyectan todavía porque: “En su fondo/ un niño duerme/ esa eternidad de camalote violeta…/ Le arrulla su nombre/ su nombre de río/ Mocoretá/ Mocoretá/ Mocoretá…/En su fondo/ un niño duerme”.

De esa nostalgia reparo en un texto dedicado a su abuela Rosa en donde apunta: “Sin hablar me cuenta/ de su pueblo lejano/ de la niña que fue/ de su madre pequeña…/Ella reza y reza/ y no entiende por qué Dios/ le arrebató al hijo. /Ella enmudeció aquella mañana/ y yo aprendí a escucharla/ desde su tristeza”. Y otro más, destinado a su tío Jorge, quien lo acercó a la literatura y advirtió su temprana condición de poeta: “¿Cómo hacer ahora para buscarte/ si no hay rincones ya, / no viento ni fotos en los andamios? / ¿Cómo leerte la sangre/ si no escribes con mi mano/ y brotan en la tarde/ lágrimas que denuncian que te has ido? / ¿Cómo Jorge/ repetir tu nombre/ y saber que no vendrás, / que no acudirás a esta voz que te busca? / ¿Cómo?”.

Hay también unos renglones delicadísimos ofrecidos a su madre, que con tono íntimo refieren: “Madre/ tú me plantaste jazmín/ y soy esta rama seca. /Me alimentaste paloma/ y no pude ser más que jaula. /Me soñaste tigre audaz/ y soy este animal herido/ que olvidó hasta su nombre. /Tú me diste el pan, /tus pechos generosos/ pero mi boca/ no pudo saciar su hambre. /Aún me amas. /Desde mis precipicios me amas, /desde mi cuerpo gris, /desde mi grito, / tú, madre, /me amas”.

El deseo cabalgando lo que es y lo que será

Desde los primeros renglones del conjunto, el creador le habla a la poesía reconociendo: “Me enseñaste las palabras/ para que derramen en mi boca/ como sandía madura/ y crecieron en ellas tempestades/ boas y gaviotas. /Me diste de tus manos/ las líneas de la suerte y fui rehén/ de tus trazos de tinta. /Crecí leyendo a Kavafis y Alejandra, / aparecieron así los techos rojos/ los viajes galácticos/ y las verdades. / Me contaste de muelles y extravíos, / de jaulas y esmeraldas, / de un espantapájaros/ de la claridad. / Me enseñaste las palabras/ que hoy escribo/ y me salvaste”.

Asoma asimismo el tópico del amor, con sus vaivenes y sombras, encuentros y despedidas. Nítidamente describe esas vivencias en sus versos: “Amé a un hombre triste/ que encarcelaba golondrinas/ en el invierno de sus ojos. /Un hombre que escondía un país, / un continente lejano. / Le gustaba hablar de los desiertos/ de una bandera flameando ante su desamparo/ del desarraigo. / Amé a ese hombre, fruto maduro / con el que embriagaba mi calma, / laberinto en el que me extraviaba, / me descubría. / Pero su tristeza fue horizonte, / velero y perro asustado. / Ahora aquí / soy yo el que habla de desiertos/ y de desamparo”.

Concisa y extremada, la palabra y el sentimiento se engarzan y palpitan página a página con música y pasión prolija y vívida: “Nos amábamos/ sobre las uvas caídas/ y era el vino rancio de la tarde/ conjura y pecado. / Todavía bebo el vino aquel/ pero extravío el aroma dulzón/ de tu piel sedienta.

Imágenes y pensamientos, párrafos frescos y sensuales enuncian un lenguaje maduro y sugerente: “Después de todo me desnudo y salto el muro…”. / “Y volverá el desierto a ser mar./ Cobras y lagartijas rondarán aladas/ bajo la atmósfera azul”.

Orfebre riguroso, Tisocco pule metáforas, talla situaciones y añoranzas de exquisita belleza: “Ya no seremos amor /ni tendrás las mejillas sonrojadas/ ni el suave temblor…/Ya no somos amor/ y duele esta certeza de olvido y silencios, /esta armadura/ el veredicto”.

Vigor y rigor ante lo circundante

Igualmente, en el devenir de lo escrito se enuncian sentencias justas,

definiciones delicadas: “Los niños de la calle huelen a jazmines.”. “La vida es una fiesta de navidad/ que dura tan poco, demasiado poco”. “Morir debe ser una proeza”. “El hombre es flor cobijando vuelos”.

De la misma manera cabe resaltar una toma de posición respecto a lo político social circundante que se refleja en la empatía de Gustavo con los más sufrientes. “Me duelo/ entre las espinas de mi cama. /El tiempo espabila hormigas sobre las cicatrices. /Despoblado de mí/ entrego lo que queda.

Aparecen situaciones en las que critica las injusticias históricas que atraviesa y que, como testigo cultural denuncia: “A las madres del dolor”: “Esa mujer deshabitada lleva una foto en el pecho, /un rostro, un niño gritando, /sobre su sombra herida. /Esa mujer delgadita y pequeña/ es nube tenaz sobre el desierto, / brillante luz sobre la bruma”.

Lo dicho se corrobora ampliamente en un magnífico poema dedicado “a los niños y niñas de Siria y Palestina”: “Viven entre tanques de guerra, /cuerpos acribillados, /sangre, olor a sangre. /Matan a sus madres, a sus padres, /y a sus perros. / Ellos no saben de noches silenciosas, /de almuerzos en familia/de elecciones. / No hay flores en los campos minados, /apenas cantan los pájaros/ apenas el viento. /Nosotros observamos la tragedia, /y escribimos/ y olvidamos”.

Talentoso, el autor maneja con pulcritud y solvencia los recursos literarios que lo respaldan. Su precisa alquimia demuestra un estilo excelso, profundo y perspicaz: “Me gusta este sentirme sal, /ínfimo cómplice del enigma”.

Bravío en su decir rebelde, plantea: “¿Lucifer merecería el destierro? / He visto niños con hambre, / ausentes sin nombres, /elecciones crucificadas, /lenguas sedientas de fuego, /que dudo, /si el ángel descarriado, /no sería hoy /un desaparecido más/ en la lista de los treinta mil”.

La exploración del lenguaje en varias direcciones se cumple con independencia total. Allí se juegan tanto los vocablos elegidos como los silencios que se producen, su combinación de ritmo, respiración y dicción que ofrecen equilibrio y rigor de pulimento. Porque esta escritura se encuentra alejada de la grandilocuencia y del fácil sentimentalismo. Se brinda con destreza, naturalidad y rotunda vibración: “Te perdí/ y tengo hambre/ y tengo sed, / relojes muertos/ pernoctan mi noche/ -esos que sólo sangran, que sólo duelen-. /Te perdí/ y se fue la música/ todo es apenas un rincón/ en el lugar gris en donde habito, /instante preciso en el que me flagelo. /Te perdí y no hay sombras/ acaso un mínimo hueco del insomnio, /acaso apenas una brisa en mi frente. /Te perdí y me perdí, /soy ahora estatua de sal, / anzuelo oxidado”.

Poseedor de una gran fuerza lírica de honda raíz existencial, manifiesta: “Por surcos desiertos/ descubrimos la sed. /El agua calmará la osadía. / Aún así retornaremos /al hechizo de aquel destello/ hasta sucumbir”.

Concluyendo, transcribo unas líneas que perfilan cierta metafísica interrogante: “Borde y abismo. / ¿Dónde estará Dios? / ¿Dónde la fruta que mordimos?”.

Notable y sensible, como lo prueba esta muestra, se trata de una voz destacada y comprometida: “Si preguntan por mí digan siempre que defendí mis alas y mi cansancio”.


i Terrestre, Gustavo Tisocco, Vela al viento. Ediciones Patagónicas, Comodoro Rivadavia, 2025

Compartir

Dejá un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

19 comentarios en “Terrestre de Gustavo Tisocco – “la poesía es una celda de luz que nos mutila””

  1. Qué maravilla Gustavo Tisocco, un análisis preciso y precioso del querido Alfredo de este librazo que pronto tendré entre mis manos, !! Te celebro siempre a pleno, nadie puede permanecer indiferente luego de leerte amigo, espada de amor que atraviesa los cinco sentidos, espada de amor que nos eleva hasta los umbrales más entrañables del ser . Te abrazo siempre !!!

  2. Hay muchas cosas que son un verdadero lujo. Las palabras de Alfredo Lemon, que ponen acierto sobre acierto para
    hablar de Terrestre. Y la poesía de Gustavo que nos atraviesa y nos conmueve. Siempre es así, al menos a mí, me pasa
    con todos sus libros. El plus de Gustavo son sus vivencias, la fortaleza con que se expresa, la forma en que siente y el estallido
    que provocan sus palabras. Un placer , siempre!

  3. Estos poemas de Gustavo Tisocco son profundos y conmovedores, no había leído este libro, Gracias Alfredo porPublicarlos con ésta excelente reseña.

  4. Graciela Ballesteros

    Emociona leer la emoción de esta semblanza del poeta.. Tengo casi toda su obra. Vuelvo una y otra vez a sus versos.
    Su poesía nos abraza a todos…su poesía abarca todos los temas que nos reúne a tantos.
    Todo esto en un contexto de buen hijo, profesional, poeta y amigo que hace tan hermosa la realimnetación entre su obra y la sed del lector.
    Gracias a la redacción y a nuestro queirdo Gustavo Tisocco.❤️

  5. QUé BELLEZA, POR FAVOR! QUÉ PLACER LEERLOS, A GUSTAVO PORQUE LLEVA LA POESÍA SIEMPRE COMO ALAS, Y A ALFREDO, POR EL MARAVILLOSO ANÁLISIS DEL LIBRO. ÍNTEGROS LOS DOS! LOS ABRAZO DESDE EL CORAZÓN. SUSANA ZAZZETTI

  6. Tan humano, tan sensible. Gustavo es una voz plural y solidaria. Inmensa su poesía. Gracias Alfredo. Excelente tu lectura inmersiva y cada palabra que trajiste como un buscador de perlas. Los abrazo a ambos.
    Claudia

  7. Qué maravilla celebrar la segunda edición de Terrestre de Gustavo Tisocco con esta increíble reseña de Alfredo Lemon. Muchas gracias por acercar poesía, por esta lectura tan profunda. Abrazos litorales

  8. Felicitaciones Gustavo.
    Excelente tu libro y la a.algama de poemas que contiene este libro.
    Además destaco las palabras de Alfredo Lemon que recorre tu libro
    Com9 si fueran pinceladas en un lienzo.

Scroll al inicio