
Susana Romano, una larga reflexión sobre el lenguaje[i]
Por Silvia Barei
Me gusta comenzar con una frase de Aldo Pellegrini, el gran poeta del surrealismo argentino: “La poesía es una gran aventura. Cada poema es una aventura y una exploración. Aventura en los continentes desconocidos del lenguaje, exploración en la selva virgen de los significados. La poesía quiere expresar con palabras lo que no pueden decir las palabras” (“Escrito para nadie”)
Dice Susana Romano, en su larga reflexión sobre el lenguaje y como quien ensaya una respuesta: “Debo conservar puro el castellano, bien que haya sido y esté siendo el idioma de la confesión forzosa; el idioma del mal del sur.”
Artífice de una obra poética singular, producto de una búsqueda incesante de la palabra exacta, lectora y traductora infatigable, en su escritura está la originalidad personal e inconfundible y las marcas de las lecturas, sobre todo las de Paul Celan, las de los teóricos y poetas europeos, las de sus contemporáneos.
Podríamos decir que ellos se anudan en el corazón del sistema literario inventado por Susana en una compleja articulación de vasos comunicantes. Sostienen de manera firme, su voluntad de experimentar cambios, desplazamientos, desvíos, transformaciones que apartan a la lengua de lo rutinario y por supuesto propone lecturas también disruptivas.
Porque en los años 70, Susana irrumpe en el campo cultural de Córdoba, un campo que venía apostando a ciertas experimentaciones, pero ocupado fundamentalmente por hombres. Entonces Susana desplaza un borde, ese lugar más o menos secreto, más o menos ninguneado (la de la escritura femenina) que por esos años comienza a reconfigurar zonas imprevistas del sistema literario.
Allí yo ubico dos Susanas de presencia indudable en los registros de la literatura de Cordoba: Susana Cabuchi y Susana Romano, con dos estéticas diferentes y una inflexión personal que no solo incide sobre el propio campo, sino que marca linajes, formas de reconocimiento, desafíos en un diálogo que continúa hasta hoy. Desde diferentes estéticas, Romano con Verdades como criptas y Cabuchi con El corazón de las manzanas, se atreven a reclamar una vida diferente para la poesía, poniendo en escena otras voces y un trabajo con un material propio e inconfundible.
*
Pupila de la melancolía (de Verdades como criptas)
He descubierto los sangrientos privilegios
de la claridad de juicio
la ventaja terrible de la certeza
que cuesta el sueño
menoscaba la salud
y la inmola en su pira de infortunio.
He acumulado las maldiciones de la lucidez
del raciocinio
sin tener derecho a optar
a envanecerme
a glorificarme con la inteligencia.
Y odio a la primera que me dijo
que anduviera sobre mis propios pasos
que me olvidara de mí
para aprender palabras.
En obsecuente idolatría
gasté con gesto placentero
todos mis sueños
para ofrendar el óbolo sagrado
al dios del pensamiento.
Es imposible retornar a los estados primigenios
al pleistoceno de la filosofía;
luego soy una vestal de los encéfalos
y una pupila de la melancolía.
*
Muchas son las señales que emite este primer libro de Susana y que quedan en pie en su poesía. Señalan una toma de posición estética vinculada a la libertad y la autonomía de la escritora para experimentar vivencias poéticas originales. Porque Verdades como criptas aportó el andamiaje, sus formas de decir y su nombre como marca de agua. Audaz, entusiasta, innovador, cargado de energía, exhibe espesor y relieve y se empieza a vincular estrechamente con los andares de Susana por el mundo.
Acá quedan la patria, la madre, los ángeles de la infancia, los dolores, los reproches, las reconciliaciones acaso imposibles.
*
Desmadrar
Mientras te solicito madre
traes roja la empuñadura del cetro.
Y la alzas ante mí.
No por azar tu estoque me encadena
no por amor mi pecho te aprisiona
y sin embargo madre
llamarte es mi condena.
Viértese la leche de la pena
y me agrieta el pezón de luna llena.
Juzgadores de sangre parecida
me quitarán la sangre de la puerta
y el ángel de la muerte que conoce la señal
será mi huésped.
Qué mares terribles has amansado madre
para perderme entre las tantas piedras.
Tantos mares te ocupan madre mía
que no hay brillo de ti para mi arena.
*
La posición misma de la que anda por el mundo, las experiencias vitales del descentramiento habilitaron para Susana un espacio lingüístico y cultural que se multiplica y a la vez se fragmenta. La poeta comprueba que vive en un mundo que ha estallado y por eso el lenguaje, que necesita nuevos registros, también pierde la antigua dicción de la lengua madre que ahora debe sustraerse de su orden habitual, de su cordón umbilical y alumbra su segundo libro El corazón constante.
*
I
Hombre cuervo
no eres indulgente con mi mendrugo.
Te deleitas en mi despojo.
Cuando cesa el amor de uno por otro
el otro es alimento de cuervos.
VIII
Fui alertada de que el amor es un fósil.
Ay
si pudiera dar asilo a los hijos del fósil
en un sitio distinto de mi alma.
*
Dice María Teresa Andruetto en el “Prólogo” que presenta este Tomo I de la Obra poética completa de Susana Romano Sued: “Se trata de una poesía que propone una operación de esfuerzo, que hace circular palabras en desuso, arcaísmos, neologismos y vocabularios técnicos, y ofrece la memoria como nuez de la palabra”.
Adhiero a lo que dice María Teresa y señalo que esta obra ofrece también una escritura fuertemente marcada por una subjetividad femenina. Marca una mudanza significativa en registros metafóricos completamente inusuales, a veces el humor ácido o la paradoja, y que completa la imagen de la parturienta con la de la que escribe. La que pare escrituras,
La escriturienta, libro publicado en 1994, está marcada por la dictadura, el exilio, la revivida experiencia de la shoa, las plegarias, las huellas de una profunda vivencia que le viene del linaje hebreo y que se repite descarnadamente en los paisajes de la patria en el sur del mundo.
*
Patria en el Sur
A la otra orilla
mi tribu escarnecida
y su sangre en los bordes y en los filos
y mis madres sin cordón y sin ombligo
bestias de noria andando el mismo trazo:
Vacío al centro mismo del abrazo.
Lo mismo hacia las heces que al mendrugo
reptar en la miseria tras los muros.
Los dedos se agrupan en la garra
y uniforme el dolor nos interroga
y los hilos se enredan en la soga
y la saliva se estrecha en el bacilo
y los orines se hacen con la esposa.
Avanzar la mirada por la venda
y asirse del lamento y del murmullo
del vecino que yace tras la losa.
Y al delator perdonar por su sutura
por su perlado pulmón o su sordera
(el pequeño martillo no golpea
taciturno del golpe dado afuera).
Igual el mudo que el que vocifera.
Reconocer al amigo por los pies
pies descalzos en piedra
y bajo el lago.
*
El lenguaje refleja entonces, las muchas batallas que se libran contemporáneamente en el campo político y cultural en un momento de ruptura, el giro del debate estético hacia su implicación en lo político y la voz de la mujer ( que por entonces eran las voces de las Madres) como el grito, como el verso “altavoz y mordaza en el instante de su formulación se enrosca como una boa en el árbol de la sabiduría y deja su piel en la estación propicia de un poema futuro…Allí se engendra siempre una voz que se transforma en palabra escrita”.
Nomenclatura/muros, los dos libros que cierran este primer tomo de la Obra completa de Susana, se publicaron en 1997 como un solo libro.
En Muros se articulan lo visual y lo verbal. Los poemas, como contra un paredón, parecen situarse en el centro de un estallido. Estallido frente la indiferencia, la ausencia, el vacío, la tristeza y claro está, rebelión de la palabra, de la expresión poética en el fin de un siglo que no se ha destacado por la protección de lo humano.
Muro de lamentos (de Muros)
Otras son las piedras colmadas de los siglos
y tormentos del alma
pena en la neblina de los ojos
el judío y el hijo de judío
riegan la semilla del remordimiento
y atemperan el rezo con la sal
y el chasquido en la endecha
` se escapa por la lengua de la lamentación
quién llora en el muro que devora los harapos de la vestidura
quién recoge el destello del ojo que mana y mana llanto en
la opulenta piedra
quién re-traza la línea de la mano que inscribe en la roca
[la línea de la mano
padre, ¿no ves que estoy ardiendo
en el campo salado de mi pena
en el campo espinoso de mi fe?
abre la comisura de la roca
aquieta en mi esternón el sollozo de las generaciones
obliga a mi poema a resignar la duda
Y en mi corazón desarmado
se apila piedra contra piedra
cada salmo, cada sal, cada alma
*
Nomenclatura se detiene en los nombres de este tiempo: Hannah Arendt, Virginia Woolf, Nicolas Rosa, Alejandro Schmidt, Livia Hidalgo, Frida Khalo y otra vez la madre, ahora nombrada como Sara Deus: Dios o Diosa y también, (me señala Livia) el anagrama de Sued, apellido materno como vínculo entre lo sagrado y lo profano, como reconciliación que no podía darse en otros tiempos.
*
Sara Deus
Orillé un camino desbocada,
vi retoñar almendros, la espuma de amores a la vera
el ramalazo de espera inclinando la retama.
Y hallé que habías plantado fuerte el deseo,
entre mí lo supe y me lo dije quedo.
El aliento hiperbólico al diafragma
el cuento de grandeza a mi cabeza
todo diste en palabras, mucha copa, mucha hoja.
Tanto tallo.
(Livia: Agradezco a Susana los 40 años de amistad.
Para decirlo con sus palabras, los 40 años de fraterno amor constante).
[i] Este texto fue leído por Silvia Barei, en la presentación del Vol.I de la Obra poética completa de Susana Romano Sued, con prólogo de María Teresa Andruetto (Editorial UNC, 2024), en la Feria del Libro de Córdoba, en octubre de 2024. Una versión abreviada se publicó en marzo de 2025, en Palabras de poeta, nº 19.
Reseña lúcida y amorosa que abre puertas al lector, la propia puerta, para atisbar el ingreso a la portentosa obra de Susana Romano. Geniales, las dos, Silvia y Susana, y apenas entrevista, Livia.